El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
miércoles, 13 de enero de 2010
Pura Seta
Lo he leído
En la siempre interesante sección de Manuel Rodríguez Rivero, Sillón de orejas, en el suplemento Babelia del diario El País del sábado 9 de enero, leo que en su visita a las librerías parisinas La Hune y L'écume des pages ha detectado la sorprendente reedición de dos clásicos manuales de adoctrinamiento comunista, como son El marxismo, de Henri Lefebvre, y Principios elementales de filosofía, de Georges Politzer. Nunca congenié con estos libros cuando los leí hace tiempo. Me parecía que estropeaban el marxismo. No deja de ser sorprendente, desde luego, que los reediten ahora.
Me llama también la atención una cita de Hemingway, para quien una de las herramientas esenciales de un buen escritor debe ser un “detector de mierda”. Con todo lo que hay que detectar en estos tiempos, sería un instrumento utilísimo.
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martes, 12 de enero de 2010
Comer
Comer no es darse un atracón hasta hartarse.
Comer no es sólo obtener placer.
Comer no es engullir sólo lo que a uno le gusta.
Comer no es ingerir siempre lo mismo.
Comer no es seguir los dictados de la propaganda.
Comer no es comer sin saber nada de lo que se está comiendo.
Comer no es zamparse lo más caro ni lo más barato.
Comer no es sólo quitar el hambre.
Comer no es cosa que se haga a toda velocidad.
Comer no es renunciar prejuiciosamente a un montón de alimentos.
Comer no es hacerle daño a la naturaleza actual ni a la futura.
Comer no es cocinar de cualquier manera.
Comer no es sólo comer.
Comer es darle al cuerpo el alimento variado y completo que necesita para que funcione bien, para que esté sano y para que no genere efectos secundarios desagradables.
Comer es tomar un poco de todo, prescindiendo sólo de lo nocivo o de lo que siente mal.
Comer es cocinar de manera eficaz para no estropear la materia prima y para extraerle todo el gozo que esconde lo que se come.
Comer es masticar suficientemente el bocado, para que el estómago no tenga que hacer con la química lo que los dientes no hicieron con la mecánica.
Comer es disfrutar con la comida y con el acto social de comer.
Comer es ser cuidadoso con lo que se come.
Comer es un acto necesario y racional encaminado a vivir bien. Y a vivir más.
Comer es ser más humano.
Hay que saber comer.
Hay que aprender a comer.
Estas cosas son las que encuentro en el espléndido blog Come en casa que con tanto acierto mantiene desde hace justamente dos años Charo Barrios, gran persona y, afortunadamente, amiga.
lunes, 11 de enero de 2010
Músicas / Mercedes Sosa
Inútiles
El viejo Platón decía que nuestra alma tenía tres partes o que ejercía tres funciones, la concupiscible, o sea, la de los deseos, la irascible, que es la de los sentimientos, y la racional. Según él, la que debía dominar todo era el alma racional, porque somos realmente seres racionales y debemos actuar como tales.
Tengo la impresión de que entre todos estamos educando a la gente para que la parte del alma que domine no sea la racional, sino la concupiscible. Cuando digo “todos” me refiero a padres, profesores, ciertos políticos, publicidad, televisión y seguramente alguien más. Si vas a cualquier sitio y te pones a observar lo que hace la gente, verás que casi todo el mundo hace lo que le da la gana, sin pararse a pensar en las consecuencias, en si hace daño o no, o si va haciendo el idiota por la vida.
En el mundo postmoderno de hoy priman los derechos sobre los deberes. El que es incapaz de hacer lo que debe y sólo puede hacer lo que le apetece es un blandengue, una rémora, un inútil. Y esto se va llenando de inútiles.
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domingo, 10 de enero de 2010
Clases particulares
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sábado, 9 de enero de 2010
Oum Kolthoum
viernes, 8 de enero de 2010
jueves, 7 de enero de 2010
Incomprensión
Tengo la impresión de que una de las características del individualismo egoísta que tanto se encuentra en nuestra sociedad es la de que está incapacitado para comprender y admitir la generosidad, la justicia o la igualdad. Parece que al generoso no le basta hoy con practicar su virtud. Además, si quiere ser comprendido o no quiere ser tomado por el pito del sereno, tiene que practicar la pedagogía e intentar explicar lo que está haciendo a gente que o no entiende o no quiere entender. Ocurre esto, creo, con los partidos de izquierda y ocurre también a veces entre los amigos y entre las familias.
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miércoles, 6 de enero de 2010
Regalos
¿Qué regalar a los niños?
En el mes de diciembre suelo hacer esta pregunta a los alumnos. Les pongo en la situación imaginaria de que fueran ellos los padres de un niño y de una niña y de que tuvieran que regalarle algo. ¿Qué elegirían?
La respuesta más desazonante suele ser la primera: “Lo que ellos quieran” dicen muchos y con mucha frecuencia. La respuesta muestra la soledad en la que los dejan los padres y el desconocimiento en el que están sumidos. Me imagino que quienes piensan así también dirán que el niño coma lo que le apetezca, no lo que deba comer. Pero ¿qué sabe el niño de lo que le es más necesario para que crezca con un cuerpo y una mente sanos?
Les admito a los alumnos que los juguetes tienen una misión importante que consiste en distraer al niño y hacerle pasar un buen rato. Pero el juguete debe ser también educativo, debe excitarle la curiosidad y el pensamiento y desarrollarle la mente a la verz que se distrae.
Luego les lanzo la idea de que el juguete tiene también una posible función social, la de acostumbrar al niño o a la niña a desarrollar un rol determinado. Por ejemplo, el de hacer que la niña vaya viendo que su papel en la sociedad es el de dedicarse a lo relacionado con la procreación, y para que lo que empiece a entender, se le regalan muñecas con las que entrenarse, o que debe estar guapa, y aprender a cocinar, etc. Al niño, en cambio, se le pide otro papel en la sociedad, como es el de ser fuerte y mandar, para lo que se le regalan otro tipo de artilugios. En muchos casos no logran entender esta relación entre los juguetes y el mantenimiento de una sociedad machista. Tampoco conciben fácilmente que la muñeca podría faltar como regalo.
Me parece que aún hay debate en relación con este tema.
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martes, 5 de enero de 2010
Felicidades
De felicitaciones y de agua ha habido muchas lluvias estos días. La nochebuena, la Navidad, la nochevieja, el año nuevo … Sobraban los motivos para la felicitación. Mi familia es, además, muy dada a la práctica felicitatoria y añade el santo, la onomástica, a la lista de ocasiones felicitables. Y el móvil, el correo electrónico, Facebook, Tuenti y los procedimientos similares facilitan el mecanismo para poder acudir cómodamente al reclamo de la felicitación.
“Felicidades”. ¿Qué querrá decir esta expresión tan escuchada y tan dicha estos días? Haciéndole caso al sabio Wittgenstein, no debemos preguntarnos por el significado de las palabras, sino por el uso que hacemos de ellas, si es que queremos entender lo que decimos. Pues bien, ¿cómo usamos la palabra “felicidades”? ¿qué es lo que queremos decir con ella?
Viendo la cara de los que felicitan y conociendo también mi intención en diversos casos, se podrían distinguir varios usos de la felicitación. Veamos.
En primer lugar, el uso posiblemente más común de la felicitación sea el de hacerlo por tradición, porque en estas fechas se felicita y si no se hace, parece que quedas mal. No se dice nada especial con esta actitud, como tampoco se dice nada extraordinario con ella diciendo “Hola” o “Adiós”, salvo cumplir con una convención social más o menos vacía de contenido.
A mí estas convenciones vacías, que se practican sin saber lo que se pone en práctica, nunca me han gustado demasiado, porque me han parecido muy lejanas a un sentido humano de la existencia.
Una variante de esta actitud de cumplir con las tradiciones intentando no quedar mal es la del que felicita de paso y sin pararse, como diciendo “Venga, pasa de largo, que ya hemos cumplido y no tengo ningún interés en hablar de nada contigo”. También esta actitud la he visto y la he practicado algunas veces.
Con mejores intenciones viene el que te felicita, pero interpretándolo en clave de suerte, como queriéndote decir: “A ver si tienes suerte y te sale lo de ser feliz”. Es algo así como si te desean que te toque la lotería o que te salga bien un examen que no te has preparado. Hay aquí, al menos, una intención positiva, aunque desligada de cualquier relación real entre las personas que se felicitan. En mi opinión, esta es la actitud más frecuente en el acto de la felicitación.
Hay otra intención poco frecuente, pero muy realista y con mucho contenido, que consiste en advertir al otro de que la felicidad que se desea depende también de la actitud con la que viva la persona que es objeto de nuestra felicitación. La felicidad es el fruto de un proyecto vital determinado, de una actitud existencial concreta, y es muy difícil que sin que una persona ponga algo -lo que sea- de su parte, logre su felicidad.
La intención más humana me parece que es la que se descubre cuando lo que te dice quien te felicita es que va a hacer lo posible para que puedas ser feliz, que está dispuesto a embarcarse en el viaje que te pueda llevar a una vida mejor. Este es el deseo que tiene mayor sentido y el más alejado del tópico que confunde la vida con la emisión de palabras vacías con olor a cumplimiento y a mentira.
Creo que yo he felicitado estas fiestas de casi todas estas maneras. Y resulta en cierto modo paradójico que, igual que he felicitado varias veces sin darme cuenta de ello a varias personas, haya otras cercanas a mí a las que posiblemente no me haya dirigido a ellas de ninguna de estas formas. Quizás porque la intención era evidente y cotidiana y no requería de ninguna manifestación extraordinaria.
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