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viernes, 10 de junio de 2016

Los viernes, etimologías. 115. Productos agrícolas II



OLIVO

Junto con el trigo y la vid, el olivo forma la tríada mediterránea, los tres cultivos básicos, que producen pan, vino y aceite. Estos tres productos están en la base de la alimentación, e incluso en la liturgia del cristianismo, puesto que esta religión se gestó en el Mediterráneo. De hecho la palabra Mesías significa "ungido con aceite" en hebreo, y Cristo lo mismo, "ungido", en griego. Y da nombre a esta religión, cristianismo, palabra griega. Lo de ungir con aceite era una práctica muy antigua en el Mediterráneo, por higiene (libra de parásitos, o sea del mal) o por aderezo personal; los luchadores también se untaban de aceite, como hoy la gente se embadurna de cremas y potingues. Debe de ser un tema del PH de la piel.

Pero íbamos a la palabra. No es indoeuropea, los que llegaron del norte no habían visto en su vida un olivo, no podían tener palabra. En latín era olivus el olivo, y oliva la aceituna, así llamada en zonas del español. Del aceite no hablemos, otro día veremos los productos elaborados: pan, vino, aceite. Olivus deriva del griego ἐλαία (elaya), nombre del árbol y del fruto, mientras ἔλαιoν (élayon) era el aceite. La palabra ya aparece en Lineal B, una escritura antigua, del griego micénico del II milenio.
El olivo está acotado por una línea que divide la Península en dos, solo hay olivos de las cuencas del Tajo y el Ebro hacia el Mediterráneo. Para la Castilla profunda el mundo del aceite resulta tan exótico como el vodka o el whisky. La agricultura de secano y de clima extremo se basa en los cereales y las legumbres.

CEBADA

Proviene del latín cibata, participio del verbo cibare, cebar, alimentar al ganado, de donde viene también cebo. El origen es oscuro, se supone muy antiguo y que podría haber significado en principio saco, zurrón, o sea, la cebadera que se colgaba al cuello de las mulas, relacionándolo con el griego κίβισις (kíbisis, saco, zurrón), de origen chipriota. Pero la palabra cibata se desarrolla en latín vulgar y rural muy tardíamente. En latín clásico el cereal se llamaba hordeum, palabra que está en horchata, de hordeata. En catalán es ordi. Hordeum sí tiene raíz indoeuropea, significa erizar por la forma y lo rasposa que es la espiga de la cebada. De esta raíz son erizo, horrorizar y oruga. Quien haya sufrido los picores de la paja de cebada sabe que son cien veces peores que los de la paja del trigo.

AVENA

La avena era el tercer cultivo de mi padre, también para alimentar al ganado. Es menos exigente que la cebada. Se sembraba cebada en las tierra muy buenas y avena en la menos buenas. La palabra no ha experimentado cambio en siglos, en latín era avena. Claro, me vienen a la memoria los dos primeros versos de las Bucólicas de Virgilio, "Titire, tu patulae recubans sub tegmine fagi / silvestrem tenui Musam meditaris avena" (Títiro, tumbado bajo la techumbre de una amplia haya / practicas la música silvestre con una delgada avena) Sí, sí, con una pajita de avena de niños sacábamos sonidos. Ha cambiado mucho el mundo ¿verdad?


Cebada y avena son en portugués cevada y aveia, en catalán, ordi y civada, y en euskera garagar y olo.

viernes, 3 de junio de 2016

Los viernes, etimologías. 114. Productos agrícolas I


Fotografía cedida por Maite Megías.

Decir que "los indoeuropeos eran pastores-recolectores, que invadieron el sur de Europa y se encontraron con el Neolítico y la agricultura en el Mediterráneo" es una burda simplificación. El estado de las investigaciones es de gran complejidad, el número de teorías enorme. Y tampoco ocurriría un fenómeno que lo explique todo, sino situaciones variadas de migración, de evolución o de contacto. Y pudieron ser pueblos indoeuropeos de Anatolia los inventores de la agricultura, como sostiene Renfrew. Pero todo esto lo quiero dejar al margen, para el que le interese.

TRIGO

Nuestra palabra proviene del latín triticum > tritcu > trigo. En principio significaba "lo que se tritura", por antonomasia el trigo, proviniendo del verbo tero (frotar, desgastar, moler). Pero hay otra palabra en latín para trigo, frumentum, el fruto, lo que se disfruta, también por antonomasia el trigo, del verbo fruor (gozar, usufructuar). Solo es trigo en castellano, gallego y portugués; en italiano se llama grano y en rumano grâu, del latín granum; y en francés blé, catalán blat, aragonés bllat, que provienen del germánico blâd, (fruto de la tierra). Los aragoneses actuales hablan castellano, pero si quieres que un aragonés pronuncie bllat, atacando la b, saltando sobre una potente ll y aterrizar en la a con t, ¡bllat!, dile que no es capaz de hacerlo.

Pero si vamos a la raíz ter- del verbo tero, hay una enorme familia de palabras en torno a la idea de frotar, moler, pero también torcer, taladrar, perforar, etc. En sánscrito turá significa desollado; galés taradr, taladrado; lituano tresketi, cascar; ruso tor, camino trillado. En nuestra lengua de esta raíz son atrición y contrición, derretir, detrimento y detrito, y triscar. Y con vocalismo o, torno, tornado, tornillo, turno, contorno; y taladro, tribulación, trauma, diatriba, troglodita, trépano, truhán... Uf, basta... Una última, el griego τράγος (tragos, macho cabrío, el que roe), y de éste, tragedia, el canto del macho cabrío.

En griego trigo era σῖτος (sitos), por eso Homero llama a los hombres sitófagos, devoradores de trigo. Pero es que a veces se confunden en σῖτος los significados de trigo, harina y pan. Y... hablar de harina y pan... hoy no toca.

VID

Y hoy tampoco vamos a hablar de viña o viñedo, derivados de vino, palabra no indoeuropea, sino del fondo léxico mediterráneo. Vid , del latín vitis, sí es indoeuropea, de la raíz wei-, doblar o torcer, refiriéndose a la cualidad de los pámpanos de enroscarse o retorcerse. De su diminutivo viticula vienen nuestras vedija y vedeja > guedeja, mechón de lana o pelo enroscado, y de vimen, viene vimbre que evolucionó a mimbre, planta que se retuerce y se teje en cestería. Esta raíz da en germánico wir (alambre) inglés wire, de donde viene el español virar o viraje, torcer la dirección. Y una muy bonita: en griego esta raíz forma wi-ri, de donde surge la palabra iris, el arco iris, torcido o doblado, que ha dado nombre a la parte coloreada del ojo, por los muchos colores posibles.