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martes, 8 de diciembre de 2009

Sin vergüenza

Llevo dos años trabajando con los alumnos de 2º de ESO la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Procuro que conozcan la realidad y que razonen, que aprendan a vivir como seres racionales, como seres humanos, que antes de opinar piensen sobre lo que van a decir. Intento convertirlos en seres autónomos, que no obedezcan al que más grita o al más chulo. Pretendo que ni siquiera me obedezcan a mí en mis opiniones, sino que vayan siendo ellos mismos, con sus conocimientos, los que justifiquen su forma de pensar. Les hablo de lo que es una norma, de la necesidad de cumplir normas, de los valores, de que dependiendo de los valores que tengan, así serán las normas que se den. Les hago pensar sobre la igualdad, sobre lo injusto del machismo, del racismo, de las discriminaciones. Procuro traerles a la mente problemas reales sobre los que antes no habían pensado para que encaucen sus vidas por caminos transitables y constructivos para todos.

Creo que esa es la manera de contribuir a crear ciudadanos con una cierta madurez, la misma que no les dan en sus casas porque sus familias no ejercen, en muchos casos, como tales, porque están muy ocupadas acumulando dinero, o muy despistadas, o, simplemente, no existen.

Por eso me molesta mucho que un ciudadano se haya puesto días pasados ante un grupo de alumnos pequeños, de 10 a 12 años, y les haya adoctrinado diciéndoles que este Gobierno no hace las cosas bien, que esa es la causa de que haya paro en España y lindezas por el estilo.

Este ciudadano, aparte de ir en contra del más elemental sentido del respeto, violó el artículo 19 de la declaración de Derechos del Niño, cuya existencia seguramente desconoce, y contradijo todo lo que había dicho antes para hacer el ridículo yendo en contra de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, con infundadas acusaciones de adoctrinamiento.

Este ciudadano es bien conocido por usar con frecuencia la táctica de hacer algo para acusar luego, con todo el cinismo, al adversario de que es éste quien lo ha hecho.

Este ciudadano se llama Mariano Rajoy Brea, es líder del Partido Popular y ha dicho lo anterior sin ninguna prudencia ni ninguna vergüenza. Seguramente porque no las tiene.

martes, 13 de octubre de 2009

Rajoy


Mariano Rajoy es un muñeco de goma, de esos que tienen dentro un disco grabado, que en este caso dice "No a Zapatero, diga lo que diga", y que va disfrazado de lider de un partido político. En cuando le toca ejercer de lo que dice el disfraz, se ve que no es más que un muñeco de goma. Pero la gente sigue creyendo que es Mariano Rajoy.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Con la cabeza ¿perdida?


Me contaron que lo dijo un señor que, al parecer, había perdido la cabeza.

“A partir de ahora en esta casa ya no se va a comer más en el comedor. Vamos a comer todos en la cocina.”

- Pero ¿por qué, hombre?

“Porque ese tío que sale por la tele, el Rajoy ese, no para de decir cosas que yo no entiendo. Pero las dice como si me estuviera riñendo. Y yo no he hecho nada. A mí no tiene por qué decirme nada ese hombre. Y, además, se queda mirando fijamente para ver qué estamos haciendo. Y a él no le tiene que importar nada lo que yo coma o lo que deje de comer. De manera que ¡a comer, a la cocina!”.

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jueves, 14 de mayo de 2009

El estado de la Nación

Un aspecto importante del estado de la Nación, en mi opinión, es el de una población, la mitad de la cual está ofendida porque el señor Rajoy, al que le pagamos todos los españoles para que ayude a un mejor gobierno, ejerciendo una oposición leal y constructiva, la ha insultado diciendo que ha votado a unos señores que no saben leer.

Por lo que se le ve, el señor Rajoy no sabe ejercer su función de otra manera que no sea la del no-a-todo, adornado con un aire como chulesco y con unos tintes de superioridad que nunca demuestra ni justifica. Creo que así está haciendo daño a la convivencia.

Cualquier persona, pero especialmente un político, que se exprese en una tribuna pública debería saber que lo que dice, el tono con el que lo dice y el clima que crea con ello pueden servir de modelo para las personas que lo oyen. Es una gran responsabilidad de los personajes públicos, de la que parece que el señor Rajoy no es consciente. Más que dar un ejemplo de buena ciudadanía que ayude a mejorar la convivencia, parece que el señor Rajoy ha copiado los modos ordinarios de comportarse de la parte menos humanizada de la sociedad.

Alguien debería advertir al señor Rajoy del daño moral que está haciendo a la ciudadanía con esa forma de comportarse en público.

viernes, 24 de octubre de 2008

Almas de destrucción masiva / 2

Después de que el coñazo de Rajoy dijera que era un coñazo ir al Desfile de las Fuerzas Armadas, salió en su defensa el vicesecretario de comunicación del PP, un señor de cuidado llamado Esteban González Pons. En el programa A vivir, que son dos días le hicieron una entrevista cuyo contenido puedes escuchar aquí.



El cometido de este señor consiste en cualquier cosa menos en admitir un fallo de su jefe o en llevar a cabo la noble y sana tarea de pedir disculpas a quien se haya podido sentir ofendido con la actitud del presidente de su partido y jefe del principal partido de la oposición.

Así, la primera maniobra que efectúa este señor para explicar lo que dijo Rajoy es integrar en la discusión, antes de que le pregunten por él, al presidente del Gobierno, que no pintaba nada en este asunto, con la hipótesis de lo que les pase a ambos no es intrascendente. Extendiendo la mancha, parece que todo es grasa.

Pero, a continuación, suelta lo de peor gusto de toda su intervención. Resulta que cuando Rajoy dijo que era un coñazo lo del desfile “no hablaba de las fuerzas armadas, ni del desfile, ni de los símbolos nacionales”, sino de su familia, de que ante la posibilidad de quedarse en la cama o con su familia, no le apetecía ir al desfile. Y esto, según lo que dice el señor Pons, es lo que parece que piensa un posible presidente del Gobierno de España. Si este es el modelo de actuación en la vida que defienden estos señores, arreglados estamos. El deber creen que es un coñazo, pero se debe decir en público lo contrario. El modelo, evidentemente, es el del cinismo profundo y está expuesto públicamente sin contar con que hay personas sin la necesaria formación crítica que pueden copiar el mecanismo. El comportamiento público del señor Rajoy y la forma de justificar lo injustificable del señor Pons no son más que maniobras para fabricar cínicos. Y así andamos en el país, con la ética por los suelos.

Estos tipos es que parece que no aprenden. No ven otra cosa más que su propio interés y, como les vale todo, encuentran normal pensar una cosa y decir o hacer otra. Sólo ha pasado un año y parece que ya están empezando a fabricar otra derrota. Y, mientras tanto, creando escuela.

jueves, 16 de octubre de 2008

Almas de destrucción masiva / 1

COÑAZO DE TÍO



El nuevo Mariano Rajoy salido de su derrota en las urnas, Mariano II, como lo llama el maestro Miguel Ángel Aguilar, dio muestras el otro día de poseer la imprudencia necesaria para comentarle a su correligionario Javier Arenas, sin darse cuenta de que los micrófonos estaban abiertos, que al día siguiente tenía que asistir al coñazo del Desfile de las Fuerzas Armadas y que vaya plan tan apasionante era ese.

Mariposeé en Internet por los diversos medios para ver qué opinaban del asunto y encontré que la mayoría de ellos usaban una expresión de esas que ‘entusiasman’ a mi amiga P. por el preciso desconocimiento que la gente suele tener de su significado. Decían muchos que ‘los micrófonos le habían jugado una mala pasada a Rajoy’. Seguramente que al intelectual que redactó la noticia y que luego la difundió por una agencia se le ocurrió tal expresión con el ánimo de contar la noticia sin cargar las tintas, sin mostrarse partidista y, en el fondo, sin contar lo que verdaderamente había ocurrido. Fue una manera prerracional de hacerlo, de estilo mítico, por el recurso al poder de figuras antropomórficas para explicar la realidad. Como si los micrófonos jugaran a algo, como si el mal proviniese no de las personas, sino de los pobres artefactos. Se intentaba derivar así la responsabilidad de lo ocurrido a los micrófonos.

Parece creíble que asistir a un desfile de estos debe de ser bastante coñazo. Pero este Rajoy, si nos creemos lo que decía hasta ahora, debía de ser de los que gozaban ideológicamente con tales asuntos. De hecho, siempre andaba dando la lata con la patria, las banderas, los símbolos y las gaitas (las de Génova, queridos y queridas que tenéis el alma gallega). El año pasado, sin ir más lejos, por estas fechas hizo un estruendoso e histriónico llamamiento a las gentes para que acudieran al mismo acto y mostraran así sus sentimientos. Ahora vemos que aquello era una patada a Zapatero en el culo de los ciudadanos. Y vemos también que este tipo es un falso de mucho cuidado, que dice una cosa, pero está pensando otra, y que es capaz de defender cualquier postura si con ella sale beneficiado en sus intereses. Ya dio muestras de ello cuando se rodeó de lo más extremo de la derecha y empezó a dar el coñazo bien dado, de la manera más impresentable e inaguantable que pudo, hasta que fue capaz de cosechar en las urnas una derrota que nos salvó momentáneamente de tales elementos. A raíz de aquello dijo que iba a cambiar, pero nunca supimos de qué, si de manera de pensar o de forma de actuar. No ha cambiado en nada. Rajoy sigue siendo Rajoy: un claro representante de la doble moral, una mente vieja que genera un discurso casposo y no creíble, un acomodaticio, un falso y un mal representante del Negocio, con sus propios enemigos dentro de casa. Un coñazo de tío.



Rajoy durante el desfile de las Fuerzas Armadas del año 2007.

Foto tomada del diario El Mundo.

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