No es que me haya producido sorpresa, porque estoy convencido de que la derecha española, tal como está ahora, puede decir y hacer cualquier cosa; lo que me ha generado son vivencias de peligro, de que lo más atroz puede suceder con esta gente en el poder, de que la justicia, la humanidad y la cultura son profundamente ajenas a estos señores. Me refiero a las tremendas declaraciones de Pablo Casado diciendo que “la ética la marca la ley”. Semejante desconocimiento y lejanía de la ética explican la necesidad que siempre han manifestado de estar en el gobierno, para así poder elaborar unas leyes -lo único que consideran- que les beneficien.
Creo que conviene aclarar las diferencias más importantes que hay entre la ley y la ética. Se trata de saberlo para vivir uno de manera más humana, y también para que estos tipos tan interesadamente ignorantes, que se dedican a la política porque les viene muy bien, no nos engañen.
Tanto la ley como la ética son conjuntos de normas, pero son muy distintas en cada uno de los casos.
Las normas legales -lo que este señor llama “la ley”- son elaboradas por el poder legislativo - por las Cortes generales- y, en algunos casos, por el Gobierno. Al ciudadano estas normas legales se les imponen desde fuera, se les obliga a que las cumplan, y, en caso de que no lo hagan, se les impone una sanción -multas, cárcel, etc.
Las normas éticas, por el contrario, son elaboradas por cada individuo, por cada ser humano, de acuerdo con sus valores. Expresan la manera de vivir que cree que es la mejor, de acuerdo con lo que él considera importante para generar un mundo bueno. Cada uno puede -y debe- tener sus propias normas éticas, pero tienen que estar convenientemente justificadas con la razón. No valen aquí ni caprichos ni normas interesadas, porque la justificación racional las invalidaría. Y si un individuo no cumple sus normas éticas, nadie lo va a sancionar, pero él mismo sentirá mala conciencia y sabrá que ha actuado mal. Claro que si no tiene conciencia, si no lleva una vida basada en valores justificables, no sentirá ningún reparo en intentar organizar el mundo a su conveniencia ni en decir la barbaridad que ha dicho el señor Casado.
Estas seis palabras: “La ética la marca la ley” muestran una inmadurez humana y una falta de formación enormes, lo cual hace más inverosímil aún que un individuo así haya sido capaz de aprobar un montón de asignaturas en un suspiro. El señor Casado me parece un engañabobos más y un tipo muy peligroso si se dedica al gobierno de la cosa pública. Sin ética, cualquier barbaridad es posible.
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