martes, 19 de febrero de 2013

lunes, 18 de febrero de 2013

domingo, 17 de febrero de 2013

El calendario de Bautista. 17/2/2013. Isabelle Eberhardt




Tal día como hoy de 1877 nació la aventurera Isabelle Eberhardt. Tienes más información aquí y aquí.

Amor 67




La violencia y el amor son incompatibles. No le des más vueltas.

Músicas elegantes. Philip Glass



Buenos días. Aficiones




Las aficiones juegan en la vida concreta de cada uno un papel mucho más importante del que creemos. Suelen ser una fuente de placeres y de desarrollo personal que no deberíamos desdeñar. Quien no tiene aficiones se suele refugiar en los sustitutivos que nos ofrece la sociedad para adocenarnos y adormecernos, como la televisión, el fútbol y demás. Creo que andar con buenas aficiones ayuda a que suba la calidad de nuestra vida y que sería bueno abrir lo más posible el abanico y la variedad de ellas.

sábado, 16 de febrero de 2013

Amor 66




Si no le amas, no tienes por qué odiarle.

Músiocas elegantes. Konono nº 1



Buenos días. Derechas e izquierdas




Hay muchas personas de derechas -de las que se reconocen como tal y de las que, siendo de derechas, se creen que son de izquierdas- que defienden que han caído las ideologías, que ya todas son iguales y que es, por tanto, lo mismo votar a un partido que a otro. O no votar, que es el verdadero objetivo de esta maniobra. Cierta izquierda, siempre tan exigente y tan delicada, se desmoviliza pronto y se apunta fácilmente a esas simplezas tan peligrosas de que todos son iguales y consignas similares escasamente pensadas. Con esta maniobra de decir que el sistema ha caído -ya lo defendía el franquismo-, de que da lo mismo una cosa que otra -se lo he oído decir a algunos como si fuera el gran descubrimiento del siglo- y que, hagas lo que hagas, no hay remedio, se le sigue entregando el poder a la derecha -que vota siempre, porque tiene mucho que defender- y, con tanta abstención, se va construyendo un camino muy eficaz para que venga el dictador de turno a salvar el país, sometiéndolo a sus designios. Este es uno de los negros nubarrones que tenemos encima y que parece que nadie quiere alejar.

Es cierto que en cuando a la producción de bienes, la derecha y la izquierda se sitúan dentro del marco del capitalismo, si bien éste puede ser interpretado de manera más o menos salvaje. Pero en lo que se refiere a la distribución de la riqueza y a las políticas sociales, las diferencias entre la derecha y la izquierda son tan evidentes que quien no quiera verlas podría ser tachado sin posibilidad de error de ciego voluntario.

Pero hay una diferencia entre ambas formas de entender la vida y el mundo que se está poniendo estos días de manifiesto, a mi juicio, con bastante claridad. Me refiero a las relaciones internas entre los miembros de los grupos políticos y al tratamiento que se les da cuando expresan sus opiniones en público. 

Los políticos de la derecha suelen apoyarse entre sí, no sé si porque les interesa o para fortalecer sus propuestas. Al final, como son fundamentalmente individualistas, acaban siempre mal, enfrentados entre sí y sacando al aire sus vergüenzas, pero, en principio, trabajan en común y dan la impresión de pertenecer al mismo grupo. En cambio, en cuanto en la izquierda sale una persona nueva, o hace en público alguna crítica -eso que es tan de izquierdas y que la derecha nunca hará- o se atreve a hacer alguna propuesta novedosa, cae sobre ella el peso de la sospecha, de la desconfianza y de las interpretaciones tendenciosas de lo que ha dicho y de por qué lo ha dicho. Es como si lo nuevo, lo distinto o lo atrevido no tuvieran cabida en la izquierda de este país y cualquiera tuviera que pagar sin compasión su osadía de expresar en público sus opiniones críticas. Los casos de Beatriz Talegón y de Alberto Garzón son suficientemente ilustrativos de lo que quiero decir. Convendría que nos fijáramos en el funcionamiento interno de los partidos en otros países y ver un poco de lo que ocurre allí. Las críticas que le hacen a Cameron en el parlamento británico podrían servir, quizás, de ejemplo.