No
hay que irse a otras vidas ni a ningún más allá para darse cuenta
de que el mundo no es uno solo. Hay muchos mundos, todos ellos en
esta vida.
Está
el mundo que nos enseñaron de pequeños, ese que algunos creyeron
que era el único y del que aún no han salido.
Está
también el mundo que ha ido evolucionando, que es distinto del
anterior, y del que hemos tomado algo de conciencia.
Está
el mundo real.
Está
el mundo que cada uno cree que es el real.
Está
el mundo que queremos que sea real y que todos llevamos en la cabeza.
Está
el mundo que los más interesados en el dinero se inventan no mirando
la realidad, sino solo la parte que les interesa.
Está
el mundo de quienes quieren mejorarlo para todos.
Está
el mundo de quienes quieren servirse de todos para mejorar su propio
mundo.
Hay bastantes mundos más.
Con
tantos mundos existentes, es ridículo observar a algún intelectual
a medio hacer, pero con poder y con deseo compulsivo de dinero, dando
lecciones huecas sobre lo que hay que hacer con el mundo, engañando
a los poco enterados para agrandar su propio bolsillo, y destrozando
lo bueno que va quedando para crear un grupito de gente inmensamente
rica, pero sin conciencia, que gobiernen lo que hay para crear su
propio mundo, en el que no quepan más que ellos. Es gente que está
sola, pero que no quiere reconocerlo, que es individualista, pero que
le da igual, y que utiliza a los demás para explotarlos o para que le
aplaudan y parezca que son más, pero que es tan desagradecida que no hace nada por ellos. Es
gente egoísta, que solo piensa en ”su mundo” y que lo último
que haría en la vida sería admitir que el único mundo importante en la
vida es el mundo de todos.