El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
La
vida es tan importante, tan grande, tan bella, tan sorprendente, tan
malvada, tan atractiva, tan generosa, tan cruel, tan única, tan tuya
que merece que te la tomes en serio cada día, a cada momento.
El gran tema de la vida es la propia vida. Por eso el libro tenía que tratar este crucial asunto, sobre el que giran todos los demás.
Tu
vida es una canción que tiene tu música, tu letra, tu ritmo y tu
estilo, pero que siempre está por terminar de ser escrita.
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Vivir
es andar más o menos trabajosamente por un camino que no se sabe
del todo bien a dónde conduce, pero que tiene multitud de salidas
por donde huir.
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Las
sombras, en el mundo exterior, relajan. En el mundo interior,
excitan.
Somos tiempo. Vivir es llenar de vida el tiempo del que disponemos. Perder el tiempo es morir. Del tiempo se habla en el libro.
El
tiempo es esa inmensa aguja invisible en la que se van ensartando,
una tras otra, nuestras vivencias, nuestros momentos felices y
también los desdichados.
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El
río por el que vamos nadando, navegando, zozobrando o naufragando
camino del mar es el tiempo.
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Todos
los minutos tienen sesenta segundos, pero no duran lo mismo para
todas las personas.
No te digo que vivas, sino que vivamos. No te digo que seas feliz, sino que seamos felices. No te digo que seas, sino que seamos. No te digo que me quieras, sino que nos queramos.
No te desesperes. La vida es muy
superior a lo que sabemos de ella. Cuando menos lo esperamos, surge
la buena noticia deseada, la solución buscada, la lucecita que
ilumina toda la esperanza. La vida es un pozo con demasiado fondo
como para que la reduzcamos a nuestros malos augurios. Nada es tan
grave como parece. Casi todo tiene solución. Tan solo hay que poner
lo mejor de nosotros mismos y no pensar en el desastre. Hay que tener
muchas ganas de vivir.
Los
sentidos son las puertas por las que entran en la mente sensaciones
que nos pueden convencer de que la vida es bonita. Para que la vida
sea placentera, no solo hay que esperar que aparezcan esas
sensaciones. También hay que buscarlas. Uno de los aspectos de la
educación es aprender a buscar esas sensaciones.
La velocidad que actualmente le
imprimimos a la vida hace imposible que tengamos paciencia. No
sabemos esperar ni lo deseamos. Sin paciencia no podemos saborear el
contenido de la vida. La velocidad nos va haciendo poco a poco más
huecos, más vacíos de experiencias humanas. No se puede ser a esta
velocidad.
Cada poco tiempo la vida, gracias a su
colaboración, le iba dando golpes de todos los calibres, pero era
incapaz de entender que tenía que aprender a ser prudente.