24 de octubre de 2014
Siempre se puede hacer más. Es posible que el rendimiento pueda ser siempre mayor. Se puede gozar siempre con mayor intensidad. Siempre cabe saber más para conocer mejor la realidad. En las situaciones en las que sentimos miedo siempre puede ser uno algo más atrevido. Se puede conocer a más personas que nos abran nuevos horizontes. Puede uno cuidarse siempre mejor el cuerpo. Siempre se puede ser más. Sólo hay que querer.
23 de octubre de 2016
Deberíamos aprender urgentemente a distinguir lo que creemos de lo que sabemos.
La neoyorquina LADY GAGA ha publicado disco y a él pertenece esta canción, "911" (que es el número de emergencias). El vídeo es espectacular en símbolos, en fantasía... El impacto es total cuando fuera de la fantasía un personaje de la realidad le dice: "Stefani..." (Stefani es el nombre real de Lady Gaga).
Un demócrata es, por definición, un antifascista.
Un fascistas es, por lo que dice y por lo que hace, un fascista.
No hay medias tintas.
21 de octubre de 2019
Las grandes palabras son muy importantes, pero suelen presentarse vacías de contenido concreto. Lo que las puede llenar es la economía.
Por ejemplo, la libertad es muy importante, pero si tu situación económica no te permite ser verdaderamente libre porque no puedes elegir lo que quieres, ¿qué libertad es la que defiendes?
Y la igualdad es también muy importante, pero si no hay, al menos, un cierto grado de igualdad económica, ¿a qué nos referimos con la igualdad?
O la justicia. Si no hay en la sociedad una justicia concreta, que se note en situaciones concretas de tipo económico, ¿de qué justicia hablamos?
No digo que el único contenido de estas grandes palabras sea el económico, pero sí que es indispensable. Lo demás son milongas.
Cuando tengamos que elegir, no deberíamos emborracharnos la mente con grandes palabras vacías.
20 de octubre de 2018
En cuanto nací, mi abuela, con buen criterio, tomó un trozo de mi cordón umbilical y lo restregó cuidadosamente por un cerrojo oxidado. Cuando consideró que aquella loncha de carne, o de lo que fuera, había adquirido un tono suficientemente rojizo, se dirigió al balcón del dormitorio, abrió de par en par sus puertas, y, tirando aquella tajadilla enmohecida a la calle -lógicamente, por la izquierda-, exclamó:
