martes, 31 de enero de 2012

La selva y el mundo.



Para mi amiga P.

La elegancia es un arte, una creación humana, una invención vital personal. La elegancia tiene sentido en el mundo, no en la selva. Ni el fuerte ni el débil entienden la elegancia. Para ser elegante hace falta toda una vida o, quizás, más, pero en todo ese tiempo puede que sea imposible que otros comprendan en qué puede consistir la elegancia. La elegancia no busca vencer, sino sólo ser de una determinada manera. En la selva esta actitud se desprecia. En la selva sólo valen los bíceps masculinos y las formas femeninas. En la selva domina el vacío, que lo llena todo. En el mundo domina el deseo y el intento de llenarlo todo de humanidad. El mundo hay que construirlo despacio, con la firmeza suave de los argumentos y sin la fuerza bruta de la desigualdad, de la discriminación. No hay que perder la calma, porque eso es volver a la selva. De la misma manera que no le ocurriría a nadie hacer la guerra en el mundo, tampoco se puede ir a la selva a convencer a sus habitantes. Se trata de ser y de dejarse ver. El árbol ya crecerá cuando le llegue su momento. La elegancia no es compatible ni con la fuerza ni con la velocidad. Cualquier parte de la realidad es una selva sobre la que llueven gotas de mundo.

Atrévete a saber



Tomo prestado del blog de Ángel Gabilondo la siguiente reflexión sobre la que fue la máxima de la Ilustración: Sapere aude, atrévete a saber. Es el ideal humano de no depender de lo que te digan los otros, de no tener que creer lo que no entiendes, de ser tú mismo el dueño de tus actos y de tus ideas y de tus criterios. Hay que pensarlo.

"Sapere aude! Es más que una exclamación ilustrada. Es un grito que de la mano deKant nos convoca a valernos de nuestro pensamiento, de la propia razón, para no vivir sometidos al dictado de otros, para conocer los propios límites. Y, añadamos, para sobrevivir, y aún más que eso, en un contexto de verdadero aburrimiento ontológico, donde parece que da igual lo que pensamos, porque pensemos lo que pensemos, ocurre lo mismo. Pero es un grito a la par, Foucault nos lo recuerda, que no es una simple vociferación, es una acción de pensamiento, es un atrevernos a pensar que nos llama a preguntarnos por nosotros mismos y por nuestro propio presente."¿Quiénes somos en este preciso momento de la historia?"."


La ilustración está tomada del estupendo blog El pensamiento de Fry.

lunes, 30 de enero de 2012

Hombres feministas



Hay causas que hay que defender, porque parecen justas, y otras, en cambio, que no. Y si hay que defenderlas, las deberíamos defender todos, con independencia del contenido de dichas causas y del sexo de quien las defiende. No entiendo por qué el sexismo, sin embargo, se está introduciendo subrepticiamente en estos asuntos, generando la idea implícita de que el feminismo debe ser sólo cosa de mujeres. Por ejemplo, días pasados apareció en Facebook una cadena que pedía a las mujeres que pusieran en su muro algo en defensa de su lucha contra el cáncer de mama. Ya sabemos que el hombre es difícil, pero no imposible, que llegue a tener esa enfermedad, pero ¿el ser hombre le debe excluir de apoyar a las mujeres en su lucha contra la enfermedad?

Me parece que las propias feministas, al excluir a los hombres de sus reivindicaciones, están, si no cavando su propia fosa, sí disminuyendo su fuerza de acción y de visibilidad. Es verdad que al hombre posiblemente haya que ilustrarlo más, pero eso no debe implicar, me parece a mí, que haya que renunciar a su apoyo.

La idea de que el feminismo es cosa de mujeres habría que dejarla aparcada ya. Debería ser normal en nuestra sociedad la figura del hombre feminista.

viernes, 27 de enero de 2012

La mirada




El cuerpo también habla. No todos tus mensajes salen de ti expresados en palabras. Todo tú hablas. Hablan tus manos, tus posturas, tus piernas, tus cejas y también tu sonrisa y, sobre todo, tu mirada. La mirada, que a veces se nos escapa y no somos capaces de controlarla, dice mucho de cómo estamos, de lo que nos duele y de lo que nos alegra, de si estamos de acuerdo con nosotros mismos o si hay algo que nos estorba y nos quema en nuestro comportamiento.

Digo esto porque, a lo largo de los días del juicio, las miradas de Camps y de Costa no me parecía que fueran las de personas que estaban en paz consigo mismas.

jueves, 26 de enero de 2012

Solo



Y sientes de repente que todo tu interior se viene abajo, que tus músculos se desfondan y que hasta la garganta se te ahueca. Notas que los ojos miran hacia abajo y que las cejas y las comisuras de los labios descienden hasta no poder más. Lo que antes te unía a los otros es ahora una carga que arrastras sin que te apetezca hacerlo. Sus meros nombres te molestan y el vacío llena los huecos que te dejaron libres. Andas más despacio. Piensas más despacio. Estás rodeado de gente que te es indiferente porque ya nadie significa nada. La idea de amor se hace débil, tambaleante, perezosa. Las ganas de seguir se difuminan y se degradan. El futuro nos aparece sin color, sin formas, sin calor, sin futuro. Te das cuenta de que estás solo.

miércoles, 25 de enero de 2012

Si se dieran cuenta...



Si llega el improbable día en el que los que, de manera directa o indirecta, hicieron posible que el PP tuviera mayoría absoluta en el país sean conscientes de lo que hicieron, es posible que se les caigan encima los palos del sombrajo. El retroceso que se nos viene encima va a ser brutal y el país va a quedar irreconocible. Pero creo que ni sufriendo van a ser capaces de darse cuenta.

Proceso



El miedo y la baja autoestima no nos dejan ser libres, no nos dejan ser seres humanos, no nos dejan vivir. El síntoma de ambos es una cierta tristeza vital que nos sume en el desasosiego y que nos convierte en algo ajeno a la sociedad o en creyentes de alguna religión.

martes, 24 de enero de 2012

El arzobispo de Tarragona



Leo con una mezcla de indignación y de deseo de solidaridad con las mujeres las declaraciones del hombre Jaume Pujol Balcells, que ejerce la función de arzobispo de Tarragona y que pertenece, al parecer, al Opus Dei. Me parecen sus palabras un ejemplo más de una ignorancia antropológica y sociológica, de un tradicionalismo que no somete a autocrítica sus principios heredados y de una defensa interesada de su estatus y de su función social masculina.

Para evitar hablar y pensar como este hombre es muy importante no perder de vista la diferencia entre sexo y género. Cuando la mujer que ocupa en la actualidad el Ministerio de Sanidad e Igualdad evita emplear la expresión 'violencia de género' no sabe, ni como mujer ni como ser humano, lo que está diciendo. Repitámoslo una vez más. El sexo es algo que pertenece al terreno de la biología y estableces diferencias físicas entre los seres humanos, en virtud de las cuales, podemos hablar de hombres y de mujeres. Lo que la cultura y el pensamiento humanista nos han hecho ver es que no podemos hacer derivar desigualdades sociales de las diferencias biológicas, no podemos relacionar las diferencias físicas corporales con un disfrute diferente de los derechos humanos que, como tales, son iguales para todas las personas. Este hombre dice que él no puede traer hijos al mundo y, en cambio, las mujeres, sí. Pero ¿y qué?, si eso nadie lo discute. El problema está en que este señor extrapola estas diferencias meramente biológicas hasta terrenos distintos, en los que establece diferencias para las que no hay ninguna justificación racional admisible, como cuando saca la conclusión de que como él no puede parir (por cuestiones biológicas), tampoco las mujeres pueden oficiar la misa, cosa que no tiene nada que ver con la biología, sino con tradiciones que a este hombre, como machista que ejerce, le interesa mantener. Mezcla así sexo y género porque o no sabe o no le interesa saber sus diferencias.

Es muy importante conocer y no olvidar las diferencias entre los conceptos de sexo y género, porque ellas nos ayudan a entender la maniobra que los machistas han ideado para ocupar los mejores puestos en la sociedad a costa de las mujeres. Así como el sexo está relacionado con la biología, el género se refiere a las funciones que las personas desarrollan en la sociedad. El machismo, porque le interesa, ha dividido las funciones que las personas desarrollan en la sociedad en dos grupos. Unas son las más importantes, las que implican dirigir y mandar e, incluso, el uso de la fuerza, las que se desarrollan de cara al exterior e implican algún tipo de importancia social. Según ellos, son asuntos masculinos y los deben poner en práctica los hombres, los que poseen el sexo del varón. Las otras funciones, las que carecen de importancia, son secundarias, implican valores, como la belleza y la dulzura, o contravalores, como la obediencia y la sumisión, son llamadas femeninas y propias de las personas que tienen el sexo de mujer.

Se establece así una división social en géneros -masculino y femenino- que el machista quiere hacer derivar de la diferencia de sexos – hombre y mujer. Pero esta división social en géneros, primero, no está justificada con ninguna razón de peso. Y, segundo, no responde más que al prejuicio del machista, que se cree superior a las mujeres y por eso se atribuye él las mejores funciones, y a su propio interés por reservarse dichas funciones porque le favorecen. Como el cura se cree superior a las mujeres, se atribuye el papel de usuario del altar, dejándole a ellas las tareas de limpiarlo, prepararlo y mantenerlo para que cuando llegue él esté en perfectas condiciones para desarrollar su función. Cuando la mujer quiere liberarse y gozar de los mismos derechos que los hombres, el machista puede reaccionar en contra de las mujeres y en defensa de su supuesta superioridad. Aparece entonces la violencia de género, violencia que siempre se ejerce en virtud de esa supuesta superioridad y no por otros motivos, razón por la cual nunca puede hablarse de violencia de género cuando es una mujer la que la ejerce. La mentalidad de este cura, que no ayuda a fomentar la igualdad, sino que favorece las diferencias, se sitúa así en la línea que puede conducir a este tipo de violencia, aunque él no lo sepa.

Otra característica de estos machistas poco evolucionados es su tendencia al simplismo y su aversión a admitir a los diferentes. Cualquier diferencia implica para ellos inferioridad, razón por la cual les lleva a hacer afirmaciones tan bastas como que los homosexuales no tienen un comportamiento adecuado ni para ellos ni para la sociedad. Su mente, al parecer, no está para ver que hay muchas maneras de vivir en el mundo y sólo son capaces de admitir lo que la rancia tradición les ha hecho llegar. Así, homosexuales, bisexuales, transexuales y sus correspondientes maneras de crear familias les parecen aberraciones que no pueden entrar en los estrechos cauces de su simpleza mental.

Este cura no es más que un vulgar ejemplo de machismo, interesadamente ignorante de lo que dice y de lo que hace, y un pésimo ejemplo para esas mentes débiles, que buscan en la religión una orientación para sus vidas y unos criterios para educar a sus hijos, y que son incapaces de encontrarlos por sí mismos usando el medio más potente que tienen a su alcance: la razón.