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lunes, 12 de abril de 2010

Individualismo


El individualista no valora la libertad, sino que la adora. Cuando alguien le habla de los demás, de propuestas sociales o colectivas, se le encienden las luces rojas de las entrañas, invoca su inquebrantable fe liberal, se abraza a su necesidad de poder hacer lo que le venga en gana y le reza a su dios político para que castigue a quienes osan poner la igualdad por encima de la libertad. Este dios liberal predica e intenta hacer también lo que le da la gana, lo que más le conviene, y sabe que hay muchos fieles que le profesan una interesada adoración sin medida. El problema de esos fieles es que no se dan cuenta de que el liberalismo es piramidal y que el que está arriba, sea en el escalón que sea, siempre hace lo que le da la gana a costa de los que están abajo, a los cuales explota y oprime. Y los que están muy arriba temen, además, la eventual rebelión de los que están abajo, que pueden decidir en algún momento poner a otro, cuando su fe les lleve a imaginar que este otro les va a permitir ejercer más libertad que el anterior. Son incapaces de ver cumplida la fe que profesan y juegan entre ellos y con nosotros basándose en la explotación y en el miedo.

jueves, 7 de enero de 2010

Incomprensión


Tengo la impresión de que una de las características del individualismo egoísta que tanto se encuentra en nuestra sociedad es la de que está incapacitado para comprender y admitir la generosidad, la justicia o la igualdad. Parece que al generoso no le basta hoy con practicar su virtud. Además, si quiere ser comprendido o no quiere ser tomado por el pito del sereno, tiene que practicar la pedagogía e intentar explicar lo que está haciendo a gente que o no entiende o no quiere entender. Ocurre esto, creo, con los partidos de izquierda y ocurre también a veces entre los amigos y entre las familias.

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