El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Y hablar, y hablar, y hablar, y venga a
hablar en el teatro, viendo un partido de fútbol, viendo una
exposición de arte, y venga a hablar en clase, antes, en y después
de la comida, andando, parados, y venga a hablar en el autobús, en
la parada, en el trabajo, en la habitación del enfermo, y venga a hablar en el concierto, viendo la televisión, en el cine, y venga a hablar, y hablar, y hablar, y hablar …
Mañana, estés donde estés, grita
cuando hables, sobre todo si estás en un sitio público y tienes
gente cerca. Escupe en el suelo, si te da la gana. Pon los pies en
donde te apetezca. Tose sin taparte la boca. No se te ocurra ponerle
los auriculares al móvil cuando escuches música. No saludes. Come
en donde quieras, dejando que aparezcan todos los olores posibles y
haciendo los ruidos que te salgan. Si vas en grupo caminando por una
acera, no dejes pasar a quien viene de frente. Si te peta, eructa con
la boca abierta y con todo su ruido. Que se note en todo momento que
es un día normal y que eso de ser humano no es más que una
estúpida antigüedad. Si eso es lo que quieres, si eso es lo que amas, hazlo. Pero aléjate de mí. Por desgracia, sé que no lo harás. Buenas noches.
¿Hace mucho que no dejas hablar a tus
sentimientos? Porque de anécdotas, sucesos y demás historias para
pasar el rato nos hartamos de hablar. ¿Por qué no expresamos lo que
sentimos, lo que nos emociona? A veces creemos que somos seres
racionales, que lo único que debemos usar es la razón. Pero no la
usamos para pensar y conocer lo que hay y decidir qué es lo mejor
que se puede hacer, sino para frenarnos, para desconocer lo que nos
da miedo y para decidir que no vamos a hacer nada que nos saque de la
rutinaria monotonía de lo de todos los días. La razón también
siente, también se emociona, pero nos han acostumbrado a ocultar
nuestros sentimientos, a dejarlos en el trastero para que se aburran
y se mueran. Quizá deberíamos sacarlos a pasear. Quizá deberíamos
dejar que hablaran. Veríamos cómo crecen y cómo crecemos nosotros
con ellos. Buenas noches.
A mí no me gusta demasiado hablar. No
digo que no lo haga, sino que no disfruto mucho hablando. Cuando hay
que hablar, se habla, pero prefiero escuchar. Gozo y aprendo más
escuchando que hablando. Me gusta también escuchar la Naturaleza.
Intento poner la mente receptiva, no pensar en mis cosas y procurar
recibir las sensaciones que te encuentras en la vida. Los colores que
vas viendo, las formas que vas observando, la belleza con la que te
encuentras, las miradas, las sonrisas, todo lo agradable que la vida
te ofrece, que es mucho. También recibo sensaciones desagradables,
muy desagradables, que está la realidad llena de ellas, pero
entonces procuro no hacerles demasiado caso. Después de un buen
paseo escuchando la vida, vuelves con una cierta paz. Y, sin que me
lo explique muy bien, con más cosas que contar, pero no de lo que he
visto, sino de lo que a mí se me ocurre. Buenas noches.
Nunca paró de hablar. Nunca escuchó a
nadie. Nunca estuvo en disposición de aprender nada que le sirviera
para vivir. Nunca se preguntó si molestaba. Nunca hizo otra cosa que
situarse en el centro de su mundo y reivindicar su ego ante
cualquiera que se moviera. Nunca se reconoció como era. Nunca logró
que alguien le quisiera. Nunca fue una persona viva. Nunca fue otra
cosa que un ser vacío que hablaba. Buenas tardes.
Hay dos grupos de personas. Uno, el de
las que hablan de lo que pasa en el mundo. Otro, el de las que sólo
hablan de sí mismas. Estas últimas son insoportables. Buenos días.
Hay dos tipos de personas. Uno, el de
las que hablan y escuchan. Otro, el de las que sólo hablan. Las de
este segundo grupo deberían replanteárselo. Buenos días.
Fíjate en lo que hago, en cómo lo
hago y también en lo que no hago. Fíjate en lo que digo, en cómo
lo digo y en lo que me callo. Con todo eso yo voy construyendo mi yo,
pero también mi imagen, y mis relaciones con las personas, y mi
mundo, en el que puede que estés tú.
Lo mismo te ocurre a ti. Hacer, no
hacer, hablar o no hablar no son cosas simples, porque producen
efectos sobre los demás. Si no tienes en cuenta estos efectos, te
puedes llevar alguna sorpresa. Buenos días.
El abuso de los pronombres puede
indicar la vagancia o el descuido del que habla. O su
ensimismamiento. Tendríamos que procurar hablar para que nos
entendieran, no sólo por emitir meras palabras.
Rajoy va y viene, o sea, que se queda
en el mismo sitio. Rajoy dice que sí y dice que no, o sea, que no
dice nada. Rajoy está, pero parece que no está, o sea, que como si
no estuviera. La gente, ante la sonora ausencia de un líder, de un
jefe, de un presidente de Gobierno, empieza a hablar cada vez más y
más alto. No sé si llegará un día en que, además de hablar,
empecemos a hacer. No quiero ni pensarlo.
Yo no soy un gran hablador. Prefiero escuchar a hablar. Hablar por hablar no me satisface. Creo que hay que hablar cuando se tiene algo interesante que decir. Si no, lo mejor es callar.
Pero me he pasado muchos años hablando todas las mañanas durante 3, 4 o 5 horas en clase y ahora suelo estar callado casi todo el día. Por eso agradezco mucho que alguien me dé conversación, aunque sea poca. No me refiero a los chascarrillos del mercado o de las tiendas, sino a quien me plantea cosas, a quien me pregunta algo, a quien me hace hablar porque sabe que ahora tengo menos posibilidades. No me gustaría limitarme a hablar por aquí, aunque este es un lugar generalmente rico. Creo que necesito un poco más de contacto humano.
Su acción acababa cuando terminaban sus palabras. La pequeña vela que iluminaba su mundo se apagaba cuando dejaba de hablar. La esperanza se desvanecía y las sombras se alargaban bruscamente cuesta abajo y se convertían irremisiblemente en oscuridad.