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martes, 21 de octubre de 2008

Cansancio

Cuando uno se pasa la mañana haciendo deporte, llega un momento en que se cansa y ya no puede más. Pero no es éste el cansancio que yo tengo.

Cuando llega el día en el que tienes que dar cinco clases seguidas a alumnos que no quieren aprender, que no sospechan siquiera que en la convivencia con las personas hay normas que hay que respetar, que creen que el Instituto es una especie de ludoteca o la prolongación de su anarquista hogar, que aspiran a que el profesor no ejerza de profesor, de la misma manera que sus padres no ejercen de padres, cuando esto ocurre, uno se cansa. Pero no es éste el cansancio que yo tengo.

Yo estoy cansado de vivir. Amo la vida profundamente. Sentirse vivo es un valor superior a la mayoría de los valores. Pero la vida es un regalo envenenado. La vida fácil no es vida, sino mentira disfrazada de fiestas bobas. La vida lleva en sus entrañas la dificultad, el esfuerzo y la exigencia. Vivir no es pasar de largo, sino tener la sensibilidad suficiente para detectar los problemas y encararlos y analizarlos y tener que decidir e intentar resolverlos. Vivir es estar atento a la gente que te rodea y procurar aportar algo en la medida de lo posible. Vivir es asumir las responsabilidades que la vida y uno mismo se ha ido echando encima. Vivir es también tener que huir de la Mierda y de sus múltiples manifestaciones, casi todas ellas, encima, inesperadas.

Y todo esto cansa con un cansancio integral, que tiende a paralizarte y que sólo podría aliviarse con la música, con la creatividad o con el olvido.

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