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lunes, 22 de diciembre de 2014

viernes, 12 de diciembre de 2014

Buenas noches. Lotería




Me resulta triste y trágico que tantas personas depositen su esperanza más fuerte en la lotería. 

Buenas noches.

martes, 25 de noviembre de 2014

Buenos días. No hacen daño




Los pensamientos positivos, optimistas, esperanzados, aceptados y que quieren crecer nunca hacen daño, sino todo lo contrario. A veces son difíciles de encontrar, pero el mero hecho de buscarlos ya vale la mitad del trabajo. 

Buenos días.

lunes, 1 de septiembre de 2014

jueves, 27 de marzo de 2014

Buenas noches. Espera activa




Seguramente que no merece la pena ser excesivamente severos a la hora de juzgar la vida ni lo que nos ocurre en la vida. Cuando peor vemos las cosas, es posible que aparezca algo que nos haga respirar. Esta posible aparición, sin embargo, no es fruto de una espera pasiva, sino de una búsqueda trabajosa que pone los medios adecuados, aunque sean escasos, al servicio de la esperanza, que se acerca a alguna persona, a algún recuerdo, a alguna música o a algún poema que nos ayudan a subir el escalón. Quizás ni los músicos ni los poetas ni los artistas ni los amigos ni las amigas sepan de verdad lo que hacen ni el poder que tiene lo que hacen. Buenas noches.

domingo, 16 de febrero de 2014

Buenas noches. Mundos





Si miro por la ventana, veo tantos mundos distintos que se me tambalea la esperanza en que alguno de los mejores triunfe. Deberíamos estar más unidos. Buenas noches.

miércoles, 22 de enero de 2014

Buenas noches. Pesimista





No veo otra salida que la de ser un pesimista activo, alguien que tiene que intentar cambiar el mundo sin estar demasiado dotado para ello, uno que tiene que fabricarse la propia esperanza porque fuera no la ve, una persona sensible ante las otras personas, pero que ve lo que no quiere ver y prevé lo que no le gusta prever. Malos tiempos estos y los pasados y los venideros. El día que se caiga el cariño no sé qué pasará. Buenas noches.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Buenas noches. La vida también es esto





No sé si estoy mirando para otro lado, pero también hay fuentes de placer en la vida cotidiana. Querer a los amigos y a las amigas y podérselo decir. Incluso querer a quienes no están ligados a ti por lazos de amistad. Poder dialogar civilizadamente, racionalmente, tranquilamente. Abrazar, besar, acariciar, sonreír. Que te abracen, que te besen, que te acaricien, que te sonrían. Intercambiar palabras amables, cariñosas, llenas de vida fresca. Poder contar con alguien. Sentir que la vida está por hacer, pero que la vamos haciendo. Tener esperanza, aunque sea una cierta esperanza. Saber que todo esto tiene sentido, aunque ese sentido no siempre se vea del todo claro. Poder gritar y que alguien te oiga. Poder llorar en soledad si uno quiere o en compañía si lo prefiere. Sentir que la vida no es sólo cosa de uno, sino que es en realidad una red a la que uno pertenece con gusto y en la que la alegría viene de dar y de recibir. Buenas noches.

martes, 11 de junio de 2013

Buenos días. Cada día




Cada día más pobre. Cada día más embrutecido. Cada día con menos esperanza. Cada día usando más el 'a pesar de'. Cada día más exiliado. Cada día más en contra. Cada día más solo. Cada día más cerca de los que aceptan mi cercanía. Cada día estando menos de acuerdo. Cada día con nuevos motivos para protestar. Cada día más de la mano. Pero cada día con más ganas de vivir. Buenos días.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Buenos días. La puerta de la esperanza




Nuestra vida está íntimamente ligada a las circunstancias, a la situación en la que vivimos. Cuando esas circunstancias son favorables, es como si quisiéramos prolongar hasta el infinito esos momentos que vivimos para que nunca se volvieran atrás. Pero cuando las circunstancias se vuelven negativas, cuando la situación la vemos adversa y la sonrisa no aparece en nuestros labios, una de las primeras reacciones que solemos tener es la de quitarle toda posibilidad a la esperanza, centrarnos en nuestro presente desagradable y creer que la puerta de un futuro bueno y provechoso está cerrada sin remedio.

Sin embargo, no debemos olvidarnos de que la vida puede más que nosotros, que lo mismo te ofrece una sorpresa negativa que te presenta la mejor de las novedades imprevistas. Nunca podemos adivinar lo que la vida nos va a poner delante. No le cerremos, por tanto, la puerta al futuro. La esperanza debería ser nuestro desayuno cotidiano. Buenos días.

martes, 8 de enero de 2013

Buenos días. Esperanza




La esperanza sólo tiene un pie en el presente. El otro lo tiene en el futuro. Sin esperanza no podemos vivir, pero con ella vivimos de manera difícil, palpando la distancia entre la realidad y el deseo. En todo caso, más vale vivir con esperanza. O, por lo menos, esperando.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Esperanza


La adversidad me abruma. La falta de racionalidad me apena. La ausencia de eco me vuelve sordo. La caída de la hoja me seca. El otoño te hunde cuando sabes que es la antesala del invierno. Y, sin embargo, siempre queda la esperanza de que estés ahí con una sonrisa, con una mirada, con una palabra, con un 'no importa', con un 'mañana será distinto'. Debes estar ahí así. Este es tu papel y debe serlo siempre. Alerta y vigilando lo que nos pueda pasar. Siempre en disposición de echar una mano, de preocuparte por los que quieres, de usar el corazón y la mente para hacer una caricia. Hoy habrás hecho algo agradable. Y si no, la vida habrá sido agradable contigo. Recuérdalo, revívelo, manténlo en la memoria. Y forma una nube de besos que lleguen a todas las personas a las que quieres. Ojalá tengas para mañana planes positivos, creativos, cariñosos, generosos, constructivos. Es lo mejor que nos puede venir a todos y a ti. Buenas noches.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Buenos días. Frescura




Que el pescado esté fresco. Y la carne. Los huevos, frescos, por supuesto, y las verduras y la fruta. La frescura es lo que se le pide a todo lo que tiene que ser bueno y que debe darnos lo mejor que lleve dentro. Lo que no está fresco generalmente está ya inservible, defectuoso y cercano a su retirada de la circulación.

Todo esto vale, al parecer, mientras no nos refiramos a los hombres ni, mucho menos, a las mujeres. Un fresco o una fresca son individuos deleznables, cercanos al mal y rechazables desde todo punto de vista. Peor, como casi siempre, en el caso de la mujer que en el del hombre. Y, sin embargo, la mayor muestra de vida, de alegría y de esperanza la dan las personas que desprenden frescura en lo que hacen, en lo que dicen y en lo que piensan. Rechazar la frescura en las personas es situarse en la cima de la sequedad vital, a dos pasos de la muerte anunciada, en las cercanías de la inutilidad, en el ámbito de la rutina, en las puertas de la nada.

Una vida que merezca la pena es siempre un intento por conquistar cada día más frescura.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lo que queda también se llama esperanza




Pasaba yo hoy por delante de un Instituto de Enseñanza Secundaria, de cuya verja exterior colgaban multitud de lazos verdes, como restos de las últimas batallas, y me preguntaba por la imagen que los ciudadanos se habrán hecho del trato que el peligroso tándem Aguirre-Figar, en Madrid, y otros gobernantes del PP en distintos lugares le están dando a la enseñanza pública.

Yo creo que las personas nos solemos hacer dos tipos de imágenes de lo que ocurre a nuestro alrededor. El primer tipo de imagen es fundamentalmente racional y lo consiguen aquellas personas que intentan reflexionar y comprender lo que pasa. Intentan, para ello, descubrir todos los elementos que intervienen en un suceso, procuran relacionarlos con el contexto en el que aparecen y tratan de descubrir el porqué de una medida o de una actuación, el cómo de una resolución y las consecuencias que van a tener sobre los ciudadanos las decisiones tomadas por quienes deban tomarlas. Esta actitud suele dar lugar a imágenes complejas, trufadas de argumentos comprensibles, y a ciudadanos con mentalidad crítica y madura, propias de seres humanos adultos. El segundo tipo de imágenes es menos elaborado que el anterior y parece construido no con la razón, sino con una especie de fe, más o menos inquebrantable, que algunos ciudadanos tienen en sus políticos de confianza. Hagan estos lo que hagan y digan lo que digan, sus seguidores aceptarán sus designios sin rechistar, pero también sin enterarse demasiado de lo que significan. Vistos los desmanes que, en concreto, el tándem madrileño está perpetrando, parece lógico pensar que sus intenciones van dirigidas a los que interpretan la realidad de la segunda manera antes citada.

Sus objetivos también están claros. El fundamental de ellos parece que es el de destrozar como sea la enseñanza pública, haciendo que los ciudadanos adictos a su cuerda se formen la imagen de que tiene graves carencias y que no sería acertado, por tanto, enviar a los hijos a este tipo de enseñanza. Esto lo intentan conseguir dando palos sin ton ni son y a diestro y a siniestro, sobre todo a esto último. Un día descalifican a los profesores en bloque, tildándolos de vagos y de amantes del poco trabajo. Otro día lanzan patadas alevosas contra todo aquél que osa discrepar de su visión gruesa de la realidad, confundiendo a los profesores con sindicalistas o con socialistas o refiriéndose a ellos con un tono ordinario y grosero como “los de las cejas”.  Luego, en un alarde de bajeza en el trato a los ciudadanos, a los que acostumbran a dirigirse como si fueran tontos, cuentan el número de manifestantes que expresan su postura contraria a sus ciegos mandobles y, mientras los observadores neutrales hacen uso de instrumentos adecuados y llegan a la conclusión de que han sido 40.000, ellas, para que quede claro que tampoco saben contar, dicen con desparpajo, designación misericordiosa de la desfachatez, que son 5.000 y se quedan tan frescas. Algunos ciudadanos, inmersos en la crisis y sin demasiado interés ni demasiados medios para informarse seriamente de la cuestión, oyen que hay recortes y que hay que eliminar gastos y puede que acepten sin rechistar que éstos se apliquen a lo más importante que tiene la sociedad para construir un futuro digno, libre, igualitario y humano, que es la educación. Como no suelen acceder a fuentes de información adecuadas, ignorarán, por ejemplo, las graves carencias, provocadas por las medidas de estas señoras y su grupo de gobernantes ciegos, producidas en el desarrollo de la enseñanza en los Institutos. Aunque éstas aparentemente vayan contra los profesores, en realidad van contra los alumnos, que saldrán peor formados de las aulas, cosa que también persiguen, para evitar así la proliferación de mentes críticas que puedan volverse contra ellas. 

Ignorarán también los ciudadanos no avisados, que el hipotético interés por el ahorro no consiste en no contratar a profesores interinos, sino en mantener en sus casas cobrando, pero sin trabajar, a un número considerable de profesores en expectativa de destino, es decir, de funcionarios que reciben su sueldo, pero a los que no se les ha adjudicado aún un lugar de trabajo. Como se comprenderá fácilmente, esto ni es ahorro ni es nada sensato, sino improvisaciones brutas, tomadas por quienes no conocen lo que se traen entre manos y no saben gestionar la sociedad a la que quieren gobernar, pero que crean entre su clientela una imagen distorsionada y muy eficaz.

¿Y para qué quieren destruir la enseñanza pública? Pues, por una parte, como se ha dicho ya, para eliminar la posibilidad de formar ciudadanos racionales y críticos. La enseñanza concertada y la privada está en manos de la Iglesia y de los negociantes del ramo y ya se encargan ellos de formar adictos, ciudadanos alegres en la fe y fáciles en el interés por la obtención de beneficios al precio que sea. Y, por otra, para facilitarles el trabajo a los negociantes de los servicios públicos. En sus metálicas mentes neoliberales no cabe que un servicio público no pueda generar riquezas para los particulares. Por eso regalan terrenos, hacen leyes, abren desgravaciones y asestan golpes como el de estos días a la enseñanza y como los que luego endosarán a la sanidad. Su método es hacerse cargo del gobierno de lo público para destrozarlo y privatizarlo todo. Que el reino de España se transforme en España S.A.

De paso, si se le puede echar la culpa de lo que hacen a los adversarios políticos, a los que tratan como enemigos de todo, pues mejor. Así, no es que la enseñanza esté mal porque las medidas que han tomado ellas son absurdas y negativas, sino porque los socialistas hicieron unas leyes que, según pontifican, son absolutamente malas. Los ciudadanos no protestan porque ven sus derechos en peligro, sino porque son convocados por los socialistas que quieren conseguir votos. Son maniobras burdas, basadas en el interés propio, en la mentira y en el vale todo, que intentan crear una imagen demonizada del adversario, pero muchos ciudadanos no se dan cuenta de ello y así nos va.

Y por debajo de todo esto hay un objetivo oscuro, como una cueva en la que las palabras suenan con un extraño y misterioso eco, o como un apetitoso bombón que escondiera una fruta podrida mezclada con un veneno maloliente. Es el deseo de poder. Es el gobierno  entendido no como un servicio a la colectividad, sino como un ejercicio de poder, de mando, que alguien necesita ejercer para sentirse vivo. “Que quede claro que aquí mando yo”, parecen decir estas señoras, especialmente la mayor de ellas, cada vez que habla. “Y como mando yo, aquí se hace lo que yo digo, y punto” es lo que podría deducirse de sus expresiones cuando hacen un disparate como este de la educación, sin tener conciencia de lo que realmente están haciendo (o, quizás, sí), sin medir sus posibles consecuencias, sin tener en cuenta el mal que generan. Gobiernan como si los ciudadanos fueran críos que juegan con soldaditos de plástico y con fuertes apaches de madera. Lo que dicen, lo que hacen, lo que quieren parece tan alejado de lo humano que no se entiende muy bien cómo siguen estando en donde están.

Alguien podría pensar que en un momento de lucidez un rayo de luz entrara en sus mentes, una lectura sugerente, la visión de algún alumno con ganas de estudiar, o la de un profesor trabajando un fin de semana en su casa o, incluso, una iluminación divina podrían hacer caer a estas señoras de su caballo ideológico.  Pero, por lo que se ve, tan afortunado acontecimiento parece imposible que llegue a producirse. Un aluvión de votos las apearía, al menos, del poder, pero también esto se queda dentro del campo de la ficción. No es probable que a la derecha le entren ganas de salir de su ignorancia, porque intuye que entonces le aparecería el miedo. Tampoco la supuesta izquierda parece que tenga muchas ganas de despertar. Y para colmo, lo único que nos queda también se llama esperanza.

martes, 21 de abril de 2009

Limpiando la mesa / 7 / John Berger


John Berger (Londres, 1926) es un escritor de los que piensan sobre la vida y luego dicen lo que piensan. Antes que escritor fue pintor y recibió clases de Henry Moore. Luego fue periodista, publicando críticas de arte en el Tribune que dirigía George Orwell. Su ensayo Modos de ver es un clásico de la historia del arte. Otras obras interesantes suyas son El sentido de la vista y King.


El pasado 3 de abril de 2009 lo entrevistaba Juan Cruz en El País. Resalto sólo una pregunta y su correspondiente respuesta.

¿Y cómo se prepara uno para tener esperanza?

Sentado ya ante el plato, escuchó la pregunta varias veces, y al fin se removió la cabellera y dijo:



"A ver si le vale esta receta: hay mucha gente en el norte privilegiado que se siente desesperanzada; sus condiciones de vida les han aislado; cada día saben menos sobre lo que deben compartir; han sido apartadas del disfrute de la naturaleza, no saben ni por qué las moscas vuelan... También les han convencido de que el pasado no existe. Eso les ha quitado la esperanza. Así que saque usted sus propias conclusiones sobre qué habría que hacer para recuperar las esperanzas perdidas". .



Primer plano de John Berger- MARCEL·LÍ SÀENZ