Mostrando entradas con la etiqueta ritmo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ritmo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Buenas noches. Paciencia




El mundo no suele ir a la velocidad a la que vas tú. 
Puede que seas lento o rápido, pero los demás tienen derecho a ir como puedan o como les deje la vida. 
No esperes la respuesta veloz de nadie. 
Deja vivir a cada cual a su ritmo. 
Quizá deberías bajar el tuyo. 
La vida de cada uno tiene su complejidad y no tienes por qué ser tú quien la dirija. 
Ten paciencia. 
Todo llegará. 
Buenas noches.


jueves, 22 de noviembre de 2018

Buenos días. Ritmo




Baja el ritmo y disfruta la vida. 

Buenos días.


miércoles, 8 de febrero de 2017

Buenos días. Osadía 19


Atrévete a bajar un poco el ritmo. 

Buenos días.


lunes, 18 de noviembre de 2013

Buenas noches. Otoño





Lo más admirable del otoño es la belleza con la que deja paso al invierno. Lo hace con un espectáculo de luz, de color, de movimiento, de ritmo. No todos los humanos actúan así. Buenas noches.

jueves, 11 de julio de 2013

Buenos días. El ritmo





Si te esfuerzas un poco y logras ir más rápido que los demás en la carrera, irás delante, pero correrás en solitario. Si no quieres esforzarte y quieres ir muy lentamente, te quedarás atrás, pero correrás en solitario. Si haces lo que todos y te esfuerzas lo mismo que todos, irás en el pelotón, pero correrás con todos.

Esta opción la tienes que hacer a cada momento. Buenos días.

lunes, 30 de julio de 2012

Bailar



El baile. La vida y el baile son, en el fondo, lo mismo.

Hay que tener, para bailar, un cierto tipo de humildad para que uno sea capaz de dejarse inundar por el ritmo y por la melodía de la música, y para que el fruto de ese torrente acompasado que nos asalta salga luego fuera. No se puede bailar sin una cuota importante de receptividad, de saber escuchar, para que la música y el cuerpo armonicen hasta el punto de que parezcan uno solo.

Para bailar es indispensable la creatividad. Cada vez que se baile la misma canción ha de parecer que se hace de manera distinta, aunque en el fondo no sea así. La mecánica fría y el baile no tienen nada que ver. Cada paso ha de dar la impresión de que es diferente al anterior, aunque sea el mismo. Cada momento, aunque sea repetición de lo ya hecho, ha de hacer creer a quien baila y a los demás que es una ocasión llena de frescura en la que se está creando belleza.

Se baila con otra persona. Rara vez se baila solo y, aun en este caso, se suele bailar para alguien. No se baila con alguien indiferente como pareja, sino con una persona. El baile, en el fondo, es un diálogo entre dos personas que quieren entenderse para generar belleza. La persona con la que bailas tiene un cuerpo, con el que tienes que jugar a bailar, y una mente, con la que tienes que intentar comunicarte. Son dos mentes, que van a vivir una experiencia común y única, y dos cuerpos que se acercan, se alejan, se rozan, se aprietan, se tocan y se sienten. Cuánta vida truncaron y cuánta juventud envejecieron prematuramente aquellos resentidos ensotanados que proclamaban, poseídos por la suciedad mental de la opresión religiosa, que entre los cuerpos debería circular siempre el aire. Vaya maleducados maleducadores.

Bailan dos rostros poseídos por el arte embaucador de la música. Bailan dos miradas que se adivinan mutuamente intenciones, proyectos y sentimientos, que se intercambian palabras que nadie oye, que se dicen lo que disfrutan moviendo sus cuerpos con la cadencia que surge de la creación en común. Bailan dos sonrisas que muestran dos placeres, quizás diferentes, quizás similares, pero dos placeres juntos y generados en dos personas entregadas al gozo emocionante de hacer visible la música.

Bailan los pies y las manos y los cuerpos y las mentes. Baila el aire de alrededor, bailan los sonidos dentro del cerebro, bailan las emociones, bailan las ropas, bailan los olores, bailan las sensaciones de sentir cerca a un hombre, a una mujer. A veces bailan a su ritmo las lágrimas que rebosan de placer por los ojos de los que bailan. Bailan los silencios que acogen respetuosos la música. Bailan también los traspiés, los errores, los fallos. Bailan dos vidas, porque la vida tiene las mismas peculiaridades del baile. La vida es escuchar humildemente, es ser receptivo, es crear con los otros, es gozar, es disfrutar, es hablar, es sonreír, es procurar que se den la armonía y la belleza, es poner cada cual de su parte lo mejor de sí mismos, es dialogar con el cuerpo, con la mente, con las ideas y con los proyectos, es construir cada momento, es compartir de la manera más satisfactoria posible el tiempo que dure la música de la existencia. Claro que la vida lleva también dentro de sí el riesgo de equivocarse, de pisar al otro, de dar un traspiés, de hacerlo mal, incluso de que no quieran bailar contigo. La vida es así. Como el baile.


Le bal es una preciosa película de Ettore Scola que muestra los cambios habidos en una sociedad sin salir de una sala de baile. Puedes verla aquí.


jueves, 29 de julio de 2010

El ritmo de la mente


Hace mucho tiempo se me ocurrió intentar llevar a cabo algo, pero no fui capaz entonces de hacerlo. De vez en cuando, el mismo deseo me volvió a la mente sin que tampoco pudiera hacer nada por realizarlo. De pronto, años después, me encontré haciéndolo. La mente, sin que uno lo sepa, trabaja con unos plazos distintos de los que establecemos en nuestros proyectos.