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sábado, 31 de agosto de 2019

Buenas noches. Renovación




Dice Theodor Kallifatides en su libro 'Otra vida por vivir', Galaxia Gutenberg, 2019:
“Pero recibí también otra lección. Como artista tienes el deber, tú más que cualquier otra persona, de dar hoy lo que diste ayer. Cualquier intento de renovación es considerado una provocación, casi una insolencia”.

Los colectivos que establecen una relación de admiración suelen ser conservadores, digieren mal los cambios y prefieren que la relación que establecen con un artista no cambie, ni aunque sea a mejor. Detrás de cualquier artista, como detrás de cualquier ser humano, hay una soledad radical que hay que asumir con naturalidad. 

Buenas noches.



martes, 4 de agosto de 2015

miércoles, 10 de diciembre de 2014

jueves, 6 de marzo de 2014

Buenas noches. Provocación




Cada nuevo día debes tomártelo como una provocación, porque, en realidad, lo es. Puedes rechazarla y huir y refugiarte en la seguridad de la rutina, en la mortecina repetición de lo de siempre. Pero puedes también aceptar el reto e inventarte el día robándole algo nuevo a la existencia. Si quieres tranquilidad, repite todo lo vivido, pero si lo que deseas es intensidad, entonces, inventa, invéntate. Buenas noches.

domingo, 23 de junio de 2013

Buenos días. Arte y creación





Creo que el arte es fundamentalmente creación. La sociedad nos invita a copiar modelos, a reproducir esquemas, a imitar ejemplos, con frecuencia, de dudoso valor. El arte, por el contrario, huye de la reproducción y provoca la aparición de lo nuevo, de lo lúcido, de lo lleno, de lo misterioso, de lo seductor, de lo profundo, de lo muy personal, de lo que no te deja frío, de lo que difícilmente se puede reducir a lo simple, de lo que se apodera de ti y te hace manar lágrimas, de lo inexplicable, de lo que siempre va más allá. De la obra de arte, sea del arte que sea, siempre sale el humo de la provocación y el sobrecogimiento de la emoción. El arte es como debería ser la vida buena. Buenos días.

domingo, 17 de junio de 2012

Artistas 1




Hay artistas que para hacer más sugerente su obra suprimen información que podrían dar, con lo que sitúan el fruto de su creación en un escondido e inaccesible rincón de su propia mente o en el interior de su portafolios. Otros, en cambio, parece que facilitan el acceso a su obra, invitan a entrar en ella y, sin perder su capacidad de evocación y de provocación, se sitúan cerca del lector o del espectador para lograr la comunicación con él. Suelen ser más inteligentes los segundos.

domingo, 12 de febrero de 2012

Provocan



Una de las características de la actitud de derechas, tenga las siglas que tenga, es la de preferir el uso de la fuerza en lugar de la razón o de la palabra. No suelen desear convencer, sino simplemente, vencer. No intentan dialogar, sino imponer. No escuchan, sino que hablan. No miran por los otros, sino sólo por sí mismos. Ni siquiera se miran entre ellos, por lo que siempre terminan enfurecidos los unos con los otros, como aguirres y gallardones, como guindos y montoros, como aznares y rajoys. No miran las consecuencias de sus actos en el futuro, sino sólo los intereses en el presente.

Lo que consiguen con esta actitud tan prepotente, tan chulesca, tan de poderío impositivo, es provocar. Provocan a los profesores, provocan al 15 M, provocan a los trabajadores, provocan a los profesionales de la medicina, provocan a los bomberos, provocan a los funcionarios, provocan a los ciudadanos. Es la gran esperanza que nos queda, que, a fuerza de provocar y provocar, la ciudadanía despierte, que despierte la izquierda y forme un grupo común y que la marcha del país vuelva a girar 180º y se cree un mundo en el que quepan todos los que tengan buena voluntad.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La educación y el amor


José Luis Sampedro definía la actitud del profesor como una mezcla de amor y provocación. Provocación, porque si no despiertas la curiosidad y el interés, seguramente tu trabajo será ineficaz. Y amor, porque en esta profesión, como en todas, hay que volcarse en lo que se hace. Volcarse y actuar humanamente viene a ser lo mismo.

He hablado estos días con una amiga que se dedica a la educación y he comprobado con mucha alegría que hay personas que siguen la consigna de José Luis Sampedro.
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lunes, 18 de mayo de 2009

Amor, provocación y pedagogía



La violencia de género es, desgraciadamente, un tema muy actual. Prácticamente todo lo que debería saber de ética un alumno de ESO lo podría obtener analizando, convenientemente orientado, el problema de la violencia de género.

Eso era justamente lo que estábamos haciendo en clase cuando un alumno dijo alzando la voz y refiriéndose al caso de un tipo que maltrataba a su compañera:

-Es que ese tío es un maricón.


Opté entonces por fijarle la mirada, que se cruzó con la suya. Le envié una expresión de incomprensión, unida a un sentimiento de ofensa recibida, y le dije:


-¿Por qué usas esos términos para insultar? ¿No te das cuenta de que una persona que sea homosexual se podría sentir ofendida con esas palabras? ¿Te gustaría a ti que para insultar a alguien se usaran términos como catalán o marroquí?

El alumno se quedó un poco cortado, quizás por el tono que empleé para dirigirme a él, y a mí se me pasó por la cabeza jugarle fuerte, aunque saliera mal parado del lance. Quería ponerle el ejemplo más claro posible para que se diera cuenta de que determinadas expresiones no deben ser usadas como insultos. Así que, de la manera más contundente y firme que pude, añadí:

-Te lo digo porque ¿sabes una cosa? Yo soy maricón.

Hubo un instante de silencio absoluto. Fue sólo un instante porque el silencio es muy difícil de soportar y hay quienes no son capaces de mantenerlo con una cierta naturalidad. Dos o tres alumnos optaron por la salida de echar fuera unas risitas nerviosas, entre las que intentaban insertar palabras que no lograban articular. Otros pusieron cara de sorpresa ante una de las afirmaciones que menos esperaban oír ni de mí ni en una clase. Yo, por mi parte, me sentí como quien se lanza de espontáneo en una plaza de toros, con todo el riesgo por delante y sin más defensa que la palabra. Me imaginaba el peligro de estar en boca de todos y de tener que oír comentarios de toda índole. Pero, a la vez, estaba viviendo intensamente la experiencia vital de ejercer la educación de la manera que siempre dice José Luis Sampedro, como una mezcla de amor y provocación. Y la estaba poniendo en práctica de la manera más radical posible, jugándome la imagen.

-¿No comprendes que me puedo sentir ofendido si te pones a insultar en esos términos?
El alumno inició una cierta marcha atrás.

-Es que yo no lo he dicho como un insulto. Esas cosas las dice todo el mundo.

-Pero que lo diga todo el mundo no justifica que lo digas tú. Las orientaciones sexuales de las personas no tienes por qué juzgarlas tú ni, mucho menos, utilizar una de ellas para insultar a nadie. Creo que tienes que ser más elegante y más cuidadoso cuando te relaciones con los demás.

Notaba yo que los alumnos habían captado el mensaje, pero también notaba en sus caras una cierta tensión, un rictus de sorpresa y de extrañeza. Por otra parte, mi riesgo era que me colgaran un sambenito que no se correspondía con la realidad. Así que terminé el juego y me salí de él.

-Que quede claro ahora que yo no soy maricón. Lo he dicho para que vierais
claramente las consecuencias que podría tener para una persona el uso de estos términos sexistas. Supongo que lo habréis entendido bien.
Ellos sonrieron. Habían asistido gratis a un happening. Yo me sentí tranquilo y a gusto conmigo mismo.
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