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jueves, 15 de octubre de 2020

¿Dónde están?




 ¿Dónde están los rastreadores que faltan en Madrid?

¿Dónde están los médicos que faltan en Madrid?

¿Dónde están los profesores que faltan en Madrid?

¿Dónde están las PCR que faltan en Madrid?

¿Dónde está el material sanitario que falta en Madrid?

¿Dónde está todo lo que les falta a los ciudadanos de Madrid?

¿Dónde está todo eso, Ayuso, MAR, Casado, PP, Cs?

sábado, 29 de agosto de 2020

Presidenta Ayuso:



Presidenta Ayuso: no necesitamos bicicletas, patinetes, curas en los hospitales ni corridas de toros. 
Lo que necesitamos son rastreadores, médicos de atención primaria, profesores, cuidadores de ancianos y que no ande usted dando bandazos, olvidándose de los madrileños y mirando solo a sus amiguetes negociantes. 
Entérese usted del número de contagiados y haga lo que necesitamos. 
Entérese de dónde está, y si no sabe qué hacer, sea honesta y deje el puesto a otro. 
Están en peligro nuestras vidas. 
Nos está usted cabreando mucho.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Buenas noches. Cultura




El erudito sabe muchas cosas: química, biología, lenguas o recetas de cocina. El culto sabe vivir, ha descubierto en qué consiste ser humano y procura llevarlo a la práctica. Me gustaría que, entre todos, hiciéramos un país culto. Por lo menos, que los padres educaran a sus hijos como personas cultas, y que los profesores lograran que sus alumnos terminaran saliendo de la escuela como seres cultos. Lo demás vendrá por añadidura. 

Buenas noches.


viernes, 1 de noviembre de 2013

Buenas noches. ¿Quién educa aquí?





Pero ¿quién educa en este país? Aquí no paran de nacer niños, pero ¿quién los educa?

Conozco a padres ejemplares, magníficos, que saben que traer a un niño a este mundo significa ayudarle a que crezca como ser humano, no como una simple masa de carne alimentada. El problema es que el número de estos padres que ejercen de tales es muy escaso. Una multitud de ellos no tienen ni idea de lo que se podría hacer. Son progenitores, pero no padres. Como educadores están de vacaciones desde hace ya mucho tiempo.

¿Educan los profesores? El papel educativo de los profesores siempre he creído que era muy secundario. No es que no tengan que educar, pero su labor es peculiar. Un profesor debe aclararle a los alumnos, por ejemplo, que no deben abusar de los gusanitos ni de la pastelería industrial, porque no son comidas sanas y pueden traerles consecuencias perniciosas para la salud. Debe explicarles también el porqué, es decir, que son insanas porque tienen mucho colesterol y eso es grave para la salud. Pero si educar es crear hábitos buenos en el niño, acostumbrarlo a que actúe bien, eso no lo puede hacer el profesor, porque no puede controlar y cuidar de que el niño adquiera el hábito saludable y bueno de no comer esas porquerías. Eso es cosa de los padres. Y si los padres no actúan, de poco servirá lo que diga el profesor. El profesor puede y debe aclarar las ideas y colaborar así en la creación de buenos seres humanos y de buenos ciudadanos. Pero nuestros estúpidos gobernantes están quitando de los planes de estudios todas las asignaturas que se encaminen a este objetivo. En lo que creen es en un ser que debe saber matemáticas, pero que no es necesario que sepa pensar, ni ser libre, ni que crea en la igualdad ni en la democracia ni en el poder de la crítica. Prefieren una especie de máquina infrahumana. Y la sociedad los tolera e, incluso, los aplaude.

¿Educa la televisión? Yo creo que más de lo que se cree, pero más que educar, deseduca. No sólo por los contenidos que aparecen en ella, zafios, estúpidos y alienantes la mayor parte de las veces, sino por el estilo de sensibilidad que impone la televisión. Si te fijas bien, en la televisión todo discurre a una velocidad endiablada, no hay un ritmo que favorezca el pensamiento, sólo se valora lo llamativo, lo espectacular. Cuando alguien habla, tiene que hablar poco, para que no se aburra nadie. La atención está acostumbrada a fijarse sólo en lo que se mueve y en la pantalla todo se mueve. Cuando un alumno se pone delante de un libro, que ni se mueve él ni se mueve nada dentro de él, es incapaz de fijar la atención y ni comprende ni aprende. Si observamos la cantidad de horas que un niño o un joven o un adulto pasan delante de la televisión, acostumbrando al cerebro a estas maniobras absurdas, se echa uno a temblar.

¿Quien educa aquí, entonces? No lo sé. Buenas noches.

martes, 11 de diciembre de 2012

Lo que se ve. Explicar




Vivir consiste en intentar convertirse en un ser humano y en procurar humanizar el mundo en el que se vive. La herramienta más conveniente y necesaria para este proyecto en la situación actual creo que es la explicación racional de todo lo que nos afecta.

Así, los padres deberían basar su autoridad y el proceso de educación de sus hijos, si quieren hacer de ellos hombres y mujeres maduros, en la explicación de todo lo que le vayan diciendo. La mejor manera de lograr que un hijo cumpla una norma es intentar que la entienda y que la vea razonable.

Lo mismo vale para los profesores. El vicio de más peligro en la escuela es el de fomentar el aprendizaje memorístico a costa de la comprensión racional de lo que se estudia. ¿De qué le vale a un alumno aprobar si resulta que no se ha enterado de nada de lo que ha estudiado?

Los políticos, por su parte, en esta coyuntura actual tan dura, en la que la política se echa de menos en medio del imperio de la economía, deberían practicar el arte de explicarle con claridad y con honestidad al pueblo lo que hacen y lo que pretenden hacer. Si los ciudadanos se acostumbraran a racionalizar sus opiniones y a formarse una idea argumentable de lo que les ocurre, seguramente estarían en condiciones de descubrir lo que ahora no ven y de emitir un voto mucho más consciente que el actual. Claro que la derecha jamás fomentaría esta racionalidad ciudadana, porque sería el principio del fin de sus engaños y de las maniobras que usa para obtener sus privilegios.

Nosotros mismos deberíamos dejarnos ya de creer en teorías sobrenaturales, en lo que dicen por la televisión o en los prejuicios que desean meternos en la cabeza, para intentar entender argumentalmente lo que ocurre y lo que nos ocurre. Menos creer, más explicar y más saber sería una buena manera de crear un país más vivible, por ser más humano.

martes, 9 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Profesionales




Indisolublemente unida al profesional está la persona. No se pueden separar ambos aspectos, pero sí se pueden distinguir. Al profesional se le exige eficacia y competencia en el ejercicio de su función. A la persona se le debe exigir una actitud ética que le permita vivir en la sociedad como un ser humano. Cuando uno de los dos aspectos falla, nos encontramos con una disfunción social que nos lleva a pedir responsabilidades o a remover al causante de esa situación anómala.

Pongamos algunos ejemplos. A un profesor se le exige que sepa la materia que tiene a su cargo y que la explique bien, pero, además, que su actitud personal sea de respeto y de buen trato con sus alumnos. A un médico, por su parte, le pedimos que sepa curar, pero también que trate correctamente al enfermo, con calidad humana y con una actitud positiva.

Pero ¿qué cabe pedirle, sea el caso, a un policía? La eficacia y la competencia se le suponen, pero ¿y su actitud ética? ¿Se justifica éticamente el propio policía sus intenciones cuando reprende brutal e indiscriminadamente a unos manifestantes o ni siquiera se lo plantea? Es cierto que suele recibir órdenes, pero ¿debe cumplir unas órdenes con visos de ser injustas? ¿Considera, quizás, que estas son exquisiteces delicadas propias de señoritos y señoritas que no saben nada de la vida? Mi escasa experiencia con la policía me hace, sin embargo, no tener que llegar a extremos demasiado violentos para ver que aquí hay problemas. Recuerdo una vez que le pregunté a uno si sabía qué pasaba con los autobuses, porque tardaban demasiado en llegar a la parada, y me respondió en un tono intimidatorio, prácticamente gritando, que él no sabía nada de eso. Me quedé sin ganas de recurrir en el futuro a la policía para preguntarle nada. La conclusión que saco actualmente de la actitud de estos señores es que parece que no necesitan que se les respete ni que se les considere bien por parte de los ciudadanos. Valoran más, al parecer, la mera obediencia y la brutalidad que su condición humana. Ellos verán.

Y, por poner un último ejemplo, qué decir, de las personas que forman el Gobierno de nuestro país. La eficacia y la competencia que, como profesionales, habría que exigirles se cae cada día un poco más. Y su actitud ética parece muchas veces ausente, como les suele ocurrir a los que, en medio de su profunda ignorancia, confunden la ética con la religión, y recurren absurdamente a Vírgenes y Santos para que les apoyen en sus desvaríos. El pueblo quizás no distinga estas cosas, pero sí ve cada vez más que ni como personas ni como políticos valen para algo. Y así vamos cuesta abajo sin remedio.

jueves, 6 de octubre de 2011

Vivir la profesión humanamente






Me apetece dar mi reconocimiento y mi agradecimiento a todos los profesionales que dan lo mejor de sí mismos para que la vida de los demás sea más humana. Y no pienso sólo en profesores y en médicos, sino en todos los que entienden su profesión con esa actitud.



martes, 6 de septiembre de 2011

¿Qué querrá decir Esperanza Aguirre?




¿Por qué se empañará Esperanza Aguirre en decir y en escribir que los profesores “tienen que completar su horario hasta las veinte horas semanales”? El problema sangrante es que no habla de “horario lectivo”, es decir, de las horas de clase, sino de “horario”. Cualquier persona no versada en estos temas, como, por ejemplo, Ana Botella, podría hacerse la idea de que un profesor de un Instituto trabaja sólo veinte horas a la semana y que después se dedica a vivir la vida plácidamente. La Sra. Aguirre, con sus lamentables intervenciones, está ayudando a que la figura del profesor quede peor parada aún de lo que lo está actualmente en la sociedad. ¿Por qué lo hará?

Cualquiera sabe por qué hace y dice estos disparates. Hay mentes tan simples que, paradójicamente, son difíciles de indagar. Es posible que la ignorancia con la que aborda tantos temas le haga desbarrar también en éste, a pesar de ser la responsable última de las decisiones que se toman en el Gobierno de la Comunidad. Cabe pensar, quizás, en la hipótesis de que voluntaria e intencionadamente quiera desprestigiar a los profesores y, de paso, a la enseñanza pública. Esto estaría de acuerdo con sus objetivos privatizadores. Y cabe, también, la posibilidad de que lo que esté haciendo sea comparar la situación de la enseñanza pública con la de la privada, que puede que sea la que más conozca por voz de los empresarios del ramo. En esta última, los profesores, que no han sido obligados a sacar ninguna oposición, suelen dar bastantes más horas de clase, imparten las asignaturas que han estudiado en la carrera o las que haga falta para la buena marcha del negocio educativo, las dominen o no, y su vida laboral está sujeta férreamente a lo que le digan los jefes en el Centro, sabiendo que si no cumplen sus consignas o sus condiciones, hay muchos esperando para sustituirlos. Ante este tipo de explotación, que es la que defiende la Sra. Aguirre con sus deseos privatizadores, ¿no le parecerá que los profesores de la enseñanza pública son unos privilegiados teniendo unas jornadas de trabajo más racionales, que les permiten preparar las clases, reunirse, corregir bien los ejercicios y hacer actividades de otro tipo para lograr una mayor calidad de la enseñanza? ¿No será que a la Sra. Aguirre la educación y la calidad de la educación le traen al fresco y que lo que quiere no es más que sacarle rentabilidad económica a cualquier puesto de trabajo, sea como sea? No nos engañemos. A un neoliberal la calidad, aunque sea de la educación, le importa un pimiento. Lo que quiere es que todo aporte algún beneficio monetario ¿Será esto lo que quiere decir la Sra. Aguirre, en nombre de sus correligionarios negociantes?

domingo, 15 de mayo de 2011

Hablar en público




Incluyo aquí un artículo de Jordi Adell que me parece interesantísimo, especialmente para profesores o para quienes tienen que exponer algo en público. Es para leerlo despacio y meditarlo.

Jordi Adell es profesor de tecnología educativa en la Universidad Jaume I de Castellón de la Plana.

viernes, 22 de octubre de 2010

Profesores



Corren malos tiempos para los profesores. A la educación cada vez más deficiente con la que vienen los alumnos se une el desprecio con el que la Administración trata a este colectivo, al que cada vez le tiene más abandonado y más maltratado.

Además, últimamente son víctimas de campañas descabelladas. A la de la Comunidad de Madrid, que ofrece una imagen cándida y feliz del desarrollo de su labor profesional, ocultando sus verdaderos problemas y las carencias que padecen, se une ahora otra de la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción). No se les ha ocurrido a estos señores otra cosa que editar un cartel, que han instalado en las paradas del autobús, en el que se ven los motes o apodos con los que, se supone que ellos, llamaban a sus profesores.

Si publican esa ordinariez como homenaje a los profesores, es que consideran que eso es normal e, incluso, bueno. Pero lo único que consiguen es mostrar su falta de sensibilidad y hacer más daño del que ya hacen casi todos. Podrían estarse quietos y callados y lo harían mejor.

viernes, 16 de octubre de 2009

Lo que queda


Hay algunos profesores que dentro de su ignorancia creen que lo que van a recordar más sus alumnos va a ser o el teorema que tan bien les explicó, o el pensamiento del autor que tan interesante era, o los tipos de oraciones subordinadas. Lo que le queda fundamentalmente al alumno es la forma de ser y el tipo de persona que es el profesor. Si eres un golfo, ellos lo verán en seguida y te recordarán como tal. Si eres trabajador, siempre serás un referente para ellos y el que quiera serlo aprenderá de ti. El mensaje no es lo que dices, sino tú.

martes, 16 de junio de 2009

Jubilación. ¿Júbilo?


Se están yendo.
En cuanto pueden, se van.
Los profesores se están jubilando antes de lo que preveían hace años.
No están cansados. Están hartos.
No es que hayan perdido la ilusión, es que se la han quitado.
Los han dejado solos. Nos están dejando solos.
Los padres, en general, no ejercen de padres. Están perdidos. Se pusieron a procrear, quizás por rutina, quizás porque se lo mandaba el cura, pero sin tener ni idea de en dónde se metían.
La legislación hay veces que parece que la ha hecho el enemigo un sábado por la noche.
Los políticos van arrastrando por la vida sus traumas, sus prejuicios, sus rencores, sus ignorancias o sus intereses.
Y nos estamos quedando solos.
Ayer fue José Antonio. El otro día, Ramón. Antes, muchos más. Y el comentario más oído es: “Yo, en cuanto pueda”.
Me da miedo el futuro del país. Y me da pena el futuro de tantos alumnos, a los que se diría que los han invitado a una fiesta en la que casi no hay ni comida, ni bebida. Ni siquiera música.
La mierda avanza.