Mostrando entradas con la etiqueta paraíso. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta paraíso. Mostrar todas las entradas

lunes, 28 de agosto de 2017

Buenas noches. Paraíso




No me lo cuentes, pero quizá deberías contártelo a ti. ¿Cómo es tu paraíso? 

¿Haces lo posible para que, además de una idea, sea algo real? 

Buenas noches.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Buenos días. Paraíso



Se hartaron de hablarnos del paraíso para que no lo construyéramos aquí, que es justamente en donde habría que construirlo. 

Buenos días.


miércoles, 29 de junio de 2016

Ni valle de lágrimas ni paraíso




Hay que hacer el esfuerzo de cada día, de cada momento. Tenemos que instalarnos la alegría en la vida. Tenemos que recobrar las ganas de vivir humanamente. Hay que mirar el sufrimiento. Hay que mirarlo mucho, pero también hay que mirar el cielo azul, los ojos de quienes nos quieren, la naturaleza que nos aloja. Tenemos que fijarnos en los abrazos que nos dan, en los besos que nos hablan. Tenemos que contemplar con agradecimiento a los amigos y a las amigas que nos quieren, a quienes se preocupan por nosotros, a cualquiera que nos pueda facilitar la respiración profunda. Esto no es un valle de lágrimas. Tampoco es un paraíso. Esto es la vida, con sus luces y con sus sombras, pero no vale quedarse ni en las luces ni en las sombras. Buenas noches. Besos y abrazos.

sábado, 24 de enero de 2015

Buenas noches. Amor romántico




El amor romántico me parece que es algo así como pensar en el paraíso mientras se tienen los zapatos rotos y manchados de barro. 

Buenas noches.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Buenos días. Difuntos




Cuando yo era chico, los profesionales de la religión hablaban estos días de los difuntos y de la muerte, nos metían el miedo en el cuerpo y nos proponían un plan bastante triste y sacrificado para andar sin pena ni gloria por esta vida e ir ganándose la otra, que era el objetivo para el que nos habían depositado aquí. Porque no nos pusieron en el paraíso directamente, sino que, antes de que se diera ese posible gozo definitivo, teníamos que ponernos a prueba en esta vida, superar todas las dificultades, incluido un juicio final, y después vendría ya lo bueno.

Hoy todo este asunto me cae muy lejos. Me viene bien esto de recordar a los difuntos porque me hace presente la idea de que me voy a morir, de que soy mortal, de que esto de la vida puede acabar en cualquier momento. Si no nos muriésemos nunca, ¿qué interés tendríamos en hacer nada, con toda la eternidad por delante? No sería posible disfrutar de la vida. Nos volveríamos perezosos, nos daría igual todo, a nadie se le ocurriría vivir la vida con intensidad.

En cambio yo, ahora, tengo unas ganas enormes de vivir, tengo urgencia de vivir. Sé que el número de mis días es limitado y que en cada uno de ellos dispongo sólo de 24 horas para vivir. Si hoy no vivo, pierdo un día de vida, y eso es lo peor que se puede hacer. El arte consiste en montárselo cada cual de manera que la vida le sea satisfactoria. Lo primero es querer vivir con intensidad. Lo segundo es cómo hacerlo. Esto sí que es de mucho pensar, de mucho leer y de mucho hablar. ¿Cómo compaginar y estructurar asuntos tales como la felicidad, el amor, el construirse como persona, la humanidad, los otros, los valores, las injusticias, el mal, la cultura...?

No se puede vivir de cualquier manera, pero lo primero es decidirse a vivir, concentrarse en esta tarea, la única, a la que hemos sido convocados. Es seguro que la muerte llegará, pero antes aún tenemos que hacer una barbaridad de cosas. ¡Pero ya!