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martes, 20 de diciembre de 2022

La justicia y la ética

 


Podríamos pensar que es la clase pobre, esa que no tiene acceso fácil a la cultura y que tiene que hacer milagros con su economía para intentar vivir como sea, la que ha abandonado la ética. Pero no es así. Sería más acertado pensar que es la derecha, la que solo contempla su propio poder económico e ignora la situación de todos, la que o no sabe nada de ética o no quiere saber nada de ética.

Ayer el Tribunal Constitucional tenía que votar si apartaba de un caso a dos magistrados con mandato caducado y con intereses en la causa. Lo ético hubiese sido que los magistrados hubiesen abandonado la sala y no hubiesen decidido sobre su propio futuro, porque nunca se puede ser juez y parte en ningún caso. Pero no. La ética ha muerto en la derecha. Los dos señores magistrados, no dos indocumentados, sino dos señores magistrados, siguieron en sus poltronas y votaron con total parcialidad y bruta naturalidad sobre sus propios futuros. Dos magistrados del Tribunal Constitucional se olvidaron de la imparcialidad y del intento de objetividad y votaron según sus propios intereses. Y a continuación aprobaron también la intromisión del poder judicial en el legislativo. Están destrozando no solo la imagen que tienen los ciudadanos de la justicia, sino la propia justicia. Y están destrozando la democracia, que confunden con un circo en el que vale todo y en el que lo que hay que perseguir son exclusivamente los propios intereses de los poderosos, no los de todos los ciudadanos.

Los ciudadanos votan a los parlamentarios para que construyan las leyes por las que debe regirse la sociedad. Los jueces deben resolver los conflictos que surjan al aplicar las leyes, pero nunca deben impedir que se hagan leyes en el Parlamento. Hacerlo es una atrocidad propia de regímenes no democráticos. Una vergüenza tener que vivir una situación así. Una vergüenza más de corte totalitario y ultra que arruina la democracia.

Una cosa es la justicia y otra es la ética, pero hay ocasiones en las que ambas cruzan sus caminos, y entonces es cuando hay que entender que la ética está por encima de la justicia. Pero para eso hay que tener un grado de humanidad y de grandeza que esta derecha embrutecida que padecemos no tiene.

¡Qué desvergüenza y qué vergüenza!

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Buenas noches. Nos hemos olvidado de la Ética





En Ética hay una norma, que a mí me parece muy válida, que dice que una acción será buena si la intención con la que se hace puede llegar a convertirse en la intención de todos. Por ejemplo, yo respeto escrupulosamente a las mujeres porque mi intención es que se haga real la igualdad entre todas las personas con independencia de su sexo, que no haya discriminaciones. Este deseo de igualdad, que es lo que me mueve a mí a actuar, ¿sería bueno que se convirtiera en la intención de cualquier persona? Si la respuesta es que sí, como parece que es el caso, esa acción de respetar a las mujeres será una acción éticamente buena.

Apliquemos este principio ético al señor presidente del Tribunal Constitucional del Reino de España. Es sabido -ahora- que militó en el PP, que participó en la FAES de Aznar y que ha expresado sus propias opiniones contra Cataluña o contra lo catalán. ¿Cuál es la intención del señor presidente? Parece que es la de seguir siendo presidente, a pesar de su cercana militancia en un partido político, casualmente, el del Gobierno. Nos podemos preguntar qué pasaría si todos los miembros del citado Tribunal fueran antiguos militantes del mismo partido y quisieran seguir participando en el mismo. ¿Sería bueno que el Tribunal Constitucional estuviera formado de esa manera y que fueran señores así los que dilucidaran las discrepancias ideológicas de interpretación de las leyes que se originaran en el país? Parece evidente que no. Pues si esa intención no es generalizable, el presidente del Tribunal Constitucional no tiene justificado que quiera hacer él lo que los demás no deberían poder hacer. En mi opinión, debería dejar el cargo, no por motivos legales, sino éticos.

Creo que este es el planteamiento correcto del problema. Pero se trata de un problema que afecta a España: se ha perdido la noción de ética, no sólo entre buena parte de la población, sino en muchos miembros de la clase dirigente política, económica y judicial. Este es el desastre humano en el que nos hemos metido por no saber distinguir con claridad al bruto del menos bruto o del que no lo es, y por haber prescindido de una correcta formación ética y humana de amplias capas de la población, tanto de dirigentes como de ciudadanos de a pie. Muchos han acabado por aceptar fácilmente que todo vale, lo cual es el mejor método para que, en poco tiempo, todo termine valiendo nada. Buenas noches.