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jueves, 7 de marzo de 2024

Los jueves, músicas nuevas. Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral

 




En la ceremonia de los Goyas, en la sección “In Memoriam”, la catalana SILVIA PÉREZ CRUZ y el portugués SALVADOR
SOBRAL, el vencedor de Eurovisión, tocaron la fibra sensible con una impresionante versión del mítico “Procuro olvidarte” (1980) de Manuel Alejandro que hicieron popular Bambino y tantos otros.

martes, 15 de octubre de 2019

Ella. Silvia Pérez Cruz





Las cortinas estaban corridas, pero yo no estaba en el sofá. No había sofá. La luz no estaba apagada. Tampoco había velitas encendidas encima de la mesa, ni un vaso de Lagavullin con hielo en ella. No tenía allí el equipo de música. El ambiente no me parecía el perfecto para escuchar y vivir la música, pero estaba ella.
No es que ella tenga arte. Más bien es que el arte habita dentro de ella en dosis muy altas, pero sin agotarse, sin ocupar el único lugar posible. El arte la llena, le sonríe, la hace crecer y se manifiesta de manera privilegiada en una mujer que irradia todo lo que se puede esperar de la creación, de la improvisación, de la capacidad para emocionar y de la facilidad para hacernos ver que la vida no es solo aguantar impertinencias, soportar malas costumbres o ver estúpidos programas de televisión. También es poder disfrutar de un goce estético profundo, a caballo entre la sensibilidad y el entendimiento. Ella estaba en el escenario y cantaba. O hacía salir dulcemente música por su boca, como quien regala lo mejor que tiene a quien está delante. Había llegado a las cinco de la mañana de Tokio. Eran las ocho de la tarde. Estaba cansada, pero no se quería ir. Nosotros tampoco.
Comenzó sentaba en el suelo, junto a un piano de pared. Así había conocido al pianista. Tarareó dulcemente, casi sin querer, la melodía de 'My Funny Valentine'. Era una muestra de la sensibilidad exquisita y contagiosa que iba a mostrar a lo largo de más de dos horas. Según iba cantando, iba ganando en expresividad, en naturalidad, en la vivencia profunda y regalada de lo que sentía y exteriorizaba. Ella canta con todo el cuerpo, porque su alma, que alberga todo el arte que posee, le llega a todos los rincones. Cuando canta ella, el mundo no tiene otro remedio que pararse y dejarla ser para escucharla.
Cantó en catalán, en castellano, en portugués, en inglés, en latín e incluso hizo una preciosa diablura en japonés. Letra y música son una unidad en una canción, pero cuando canta ella, lo importante es la voz, el poderío sonoro que muestra con su pura voz. Dijo que una canción es para ella un vehículo para poder volar. En efecto, hace sus versiones de aquello que le gusta o que le apetece con una libertad creativa llena de belleza que deja al público impresionado. A veces recordaba el jazz, muchas veces el flamenco, pero siempre era ella la señora de su canto. Pocos artistas serán capaces de dominar el juego de melismas como ella. Cantó 'The sound of silence' y cuando nos dimos cuenta de que era esa canción ya algunos estábamos sobrecogidos, con el nudo en la garganta y la lágrima a punto de resbalar. Cantó a su magnífica manera 'El pequeño vals vienés', de Lorca, al que pusiera música en 1986 Leonard Cohen para el disco 'Poets in New York', y la lágrima saltó ya entonces en caía libre. No fue la única vez.
La acompañaba él, el pianista. Gran artista también, por su técnica y por su estilo cercano al jazz y a ella. Digo que la acompañaba porque en ningún momento dejó de estar en la escena, pero nunca le quitó el menor protagonismo a ella. Incluso tocaron juntos, porque ella, además de cantar, tocó la guitarra y el piano.
Estuve con mi amigo Bautista, el artífice de los Calendarios y las Músicas Nuevas en el blog Casa L, en la fila 1 del Teatro de la Zarzuela. Él era el gran pianista Marco Mezquida. Ella era la poderosa creadora de belleza, la sublime artista Silvia Pérez Cruz.

Buenas noches.


lunes, 13 de junio de 2016

Los lunes, músicas nuevas. Silvia Pérez Cruz



Es un lujo disfrutar de la catalana SILVIA PÉREZ CRUZ. Su prestigio abarca tanto la escena indie como el mundillo andaluz del cante, el jazz o el fado portugués. Estilazo total el de esta mujer. No es la primera vez que viene a esta sección.

sábado, 25 de enero de 2014

Buenas noches. Mediterráneo rojo





El Mediterráneo se vistió de rojo escarlata ayer en Madrid. De sus aguas salían suaves olas que sonaban a quinteto de cuerda. De sus profundidades llegaba a la orilla, pobladísima de gentes ávidas de belleza, una brisa gloriosa que llenaba el espacio y de la que manaba el gozo que sólo las grandes obras de la vida son capaces de generar. La brisa mediterránea tenía la calidad de lo bien hecho y los tonos variados, serenos, sencillos y brillantes de las cosas importantes. Sonaba la brisa a talento, a sensibilidad finísima, a vida interiorizada, a creación sabia, a voz sentida, a expresión sencilla y profunda, a armonía fácil, a caricia estética, a belleza distinta.

La mar mediterránea es la madre de casi todas las culturas que nos afectan. Ayer la brisa del mar traía ecos de Cataluña, de Grecia, de Galicia, de Andalucía, de Perú, de Brasil, del mundo. La mar mediterránea no le pregunta a nadie ni de dónde viene ni cuál es su identidad, como no lo hizo nunca ningún ser culto. La brisa del Mediterráneo llega a otros mares y de otras aguas acuden a él gentes en busca de belleza, de talento, de buen vivir, de vida sana y compartida y también a dar lo mejor de ellas mismas.

Ayer todos nos entregamos al Mediterráneo. Todos nos bañamos en él hasta ahogarnos de placer y de emoción. Todos nos rompimos la camisa y nos dejamos abrazar por la brisa que salía alegre y eufórica del Mediterráneo que ayer, más que un mar, parecía una fuente de agua sonora, limpia, cadenciosa, de amplios colores, de vibraciones impensadas, de expresividad delicada, de voz, ritmo y cuerpo animados por un mismo impulso sobrenatural.

Ayer el Mediterráneo lució en todo su esplendor en Madrid. Nos enamoró. Nos emocionó. Nos hizo saltar en aplausos. Ayer el Mediterráneo convirtió la noche en una gran noche. Ayer, en el Auditorio Nacional, en Madrid, estuve escuchando a Silvia Pérez Cruz con un magnífico quinteto de cuerda. Venía vestida de rojo escarlata. Buenas noches.