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lunes, 4 de abril de 2016

¡Hay que vivir!



No solo se mueren los famosos. Lo que ocurre es que cuando un famoso o una famosa se mueren es como si nos doliese un poco más, por el hecho de ser conocidos. Hoy me he enterado del fallecimiento de Manolo Tena y del de Chus Lampreave, pero también he sabido que en Faluya (Irak), ciudad en donde no hay ni alimentos ni medicinas y que está siendo bombardeada indiscriminadamente desde 2003, una madre desesperada se tiró al río con sus tres hijos intentando huir de la muerte en vida. Y cuántos miles y miles de personas se habrán muerto hoy cerca y lejos.


La muerte. No hay vida sin la muerte. No vale mirar para otro lado. Nos vamos a morir. La gente se muere a cualquier edad, cualquier día, en cualquier sitio. La previsión cierta de que la muerte es inevitable nos debe llevar al deseo urgente de vivir. La vida no está para desperdiciarla haciendo capulladas o resolviendo sudokus. Tenemos que plantearnos en serio el problema de la muerte porque sólo así veremos con claridad el problema de la vida, el problema de vivir con alegría, con satisfacción, con solidaridad también, con un proyecto que nos haga crecer, con cariño y con ganas cada día. Cada día es una vida en miniatura. No hay que perder la vida antes de tiempo. Hay que hartarse de vivir. Ya descansaremos cuando nos toque, que ojalá sea tarde. Vive y ayuda a vivir. No se trata de otra cosa.