miércoles, 29 de octubre de 2014

Lo que veo cuando miro. Perdones



La cazatalentos (o cazafantasmas, no sé) Aguirre pidió ayer perdón a los españoles por haber confiado en unos golfos. El presidente Rajoy ha pedido perdón hace un rato por lo mismo. ¡Qué hueco y qué fofo queda todo esto! Podían haber pedido perdón por todas las reformas que han hecho en las leyes en beneficio de los ricos y en perjuicio premeditado de todos los demás, pero eso ni se les pasa por la mente. Han venido a servir a sus amigos y no están dispuestos a cesar en su empeño.

Lo de pedir perdón tiene unas connotaciones religiosas vacías, que la gente sin escrúpulos está usando últimamente sin el menor propósito de la enmienda y como un deseo hipócrita de quitarse de encima el muerto para seguir haciendo lo mismo. Es como el jovencito que está jugando al fútbol en un espacio público, le da un balonazo a un transeúnte, le pide perdón, pero sigue jugando.

Que el multicargado Granados era un pájaro lo sabía cualquiera que lo hubiese oído hablar o que lo recordara de la comisión que juzgó el 'tamayazo'. Yo no hubiese confiado en él ni de lejos. Al parecer, en Valdemoro, de donde fue alcalde, todos sabían quién era el tal. ¡Cuánto más debería saberlo la presidenta del partido en Madrid y el presidente nacional del partido! ¿A qué viene ahora aparentar una sorpresa adornada de lamentos?


Estos tipos siguen tratándonos como si fuéramos tontos y creen que su hipocresía le vale a cualquiera. Si tan conpungidos están por el daño que se ha hecho siendo ellos responsables, que sean consecuentes. El perdón es un concepto religioso que les valdrá para no condenarse. En la sociedad civil, el perdón no vale para nada. Lo único que tiene sentido democrático es la dimisión.

Buenas tardes.

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